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Date :  2017-06-24
langue :  Espagnol
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Mujer transexual habla sobre las persecuciones en Chechenia y la vida antes de Kadyrov


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Esta entrevista forma parte de un artículo asociado escrito por Aida Mirmaksumova y publicado originalmente en la web OC Media.

Los homosexuales del Cáucaso se enfrentan a numerosas dificultades: discriminación, agresiones físicas y sexuales y chantaje. En los últimos tiempos, los activistas observan horrorizados la persecución que sufren los gays en Chechenia. Pero las amenazas a la comunidad LGBT no han surgido de la noche a la mañana. OC Media ha hablado con una mujer transexual de Grozni, que relató alguna de sus experiencias y comentó lo que está pasando en esta república caucásica.

Los derechos de los homosexuales en Chechenia se convirtieron en una cuestión pública hace varios meses, después de que se conocieran varios casos de secuestro, tortura y asesinato de hombres gays en el país. La periodista Elena Milashina, de la Novaya Gazeta, fue quien publicó la noticia, en la que reveló cómo las autoridades chechenas detenían homosexuales que posteriormente eran enviados a prisiones secretas de Argun.

«Has parido un anormal»

Sabrina (nombre es su nombre real), mujer transexual, nació y creció en Grozny. Desde niña sentía que era una mujer. Una vez que alcanzó la edad adulta, se dio cuenta de que no estaba segura en Chechenia y se trasladó a Moscú. Cuando en Chechenia se conoció su cambio de sexo, comenzó la caza de Sabrina. Al final, temiendo por su vida, Sabrina emigró a Estados Unidos.

Sabrina: Trabajé como voluntaria en una organización de derechos humanos. Una vez me avisaron de alguien que necesitaba mi ayuda. Era una conocida de Daguestán, una mujer transexual que se encontraba en peligro. Inmediatamente me ocupé de ella, porque no tenía dinero. Mientras trataba de ayudarla, alguien que consideraba un amigo hizo copias de mis documentos y los publicó en internet junto con mi número de teléfono y mi fotografía, y lo envió todo a sus conocidos chechenos con una nota que decía: «¿No quedan hombres en Chechenia que puedan acabar con esta vergüenza?». Después de eso, se difundieron por Whatsapp fotos de mis documentos.

El 10 de octubre de 2015 sufrí un ataque. Estaba sacando las bolsas de la compra de mi uato cuando oí una voz de hombre decir: «Este es un regalo de tu tío».

Me volví y noté algo en el cuerpo, aunque no dolió. Entonces oí otra frase, esta vez en checheno: «¿Cuánto tiempo vas a deshonrar a la familia, escoria?». No conocía a esa persona, recuerdo que era un hombre joven, de menos de 30 años. Después perdí el conocimiento hasta que desperté en un hospital. Parece ser que una mujer lo vio todo y comenzó a gritar. El hombre huyó. La mujer llamó a una ambulancia, supe en el hospital que tenía dos heridas de arma blanca en el pulmón derecho.

OC Media: ¿En qué sala le pusieron, en la de hombres o en la de mujeres?

Sabrina: Tengo documentos antiguos con mi nombre masculino, pero el doctor fue comprensivo y me puso en la sala de mujeres, por lo que le estoy muy agradecida. Cuando vi su nombre en la puerta me alarmé, era un nombre musulmán, caucásico. Pero resultó ser una buena persona y le agradezco la actitud que mostró conmigo.

Pasé más de un mes en el hospital. En febrero recibí amenazas. Me llamaron, me escribieron familiares, extraños, desconocidos. Comenzó la pesadilla: vecinos y familiares lejanos exigían a mi familia que volviera a Chechenia para probar que el cambio de sexo era mentira. Hacían exigencias grotescas, algunos llegaron a decir que tenía que demostrarlo caminando por las calles con el torso desnudo.

OC Media: ¿Cómo sobrellevó su familia esta presión?

Sabrina: Aún la soportan. Unos vecinos ancianos se acercaron a mi madre y le dijeron: «Trajiste al mundo a un anormal que avergüenza no solo a tu familia, sino a toda la república. No podemos tocarte, porque eres una mujer devota, pero tienes que irte». Mi madre no aguantó más e intentó ahorcarse. Por suerte, unos vecinos pudieron salvarla.

Durante esa época yo tenía que cambiar de apartamento varias veces al día. Llegaba a uno y pocas horas después aparecía bajo la ventana un coche con matrícula 95 [el número de Chechenia] y cristales ahumados. A la tercera vez que lo vi, entendí que algo iba mal. Mis amigos, activistas de derechos humanos, comprobaron el número de las matrículas, y resultó que me estaban buscando.

OC Media: ¿Cómo saliste del país?

Sabrina: Me ayudaron activistas. No quiero mencionar sus nombres por seguridad, pero quiero decir que me acuerdo de todos, fueron una gran ayuda.

Gracias a ellos salí del país, pero sucedió algo increíble. Aún no entiendo cómo pudo pasar.

Justo antes de dejar Moscú, compré una nueva tarjeta SIM para llamar a mi madre una vez que llegara. La compré sin registro, sin documentos, nada. Rompí mi antigua SIM en pedazos y la tiré a la basura. Al llegar, me registré en el hotel con nombre falso.

Puse la nueva SIM en el teléfono e intenté llamar a mi madre por Whatsapp, pero inmediatamente recibí un mensaje: «¿Crees que estás a salvo porque te has ido del país? Tenemos gente allí que ya ha sido notificada del hotel en el que estás, e incluso del número de habitación que ocupas. Para demostrarte que lo sabemos, tu habitación es la 115». ¿Te imaginas? Ese era el número de mi habitación.

OC Media: ¿Sigues en contacto con tus familiares?

Sabrina: Solo con mi madre y mis hermanas. Aunque nunca hablamos del cambio de sexo, eso es tabú. Las tradiciones caucásicas siguen viviendo dentro de mí, y aunque lo intente con todas mis fuerzas, no puedo ignorar esta barrera psicológica. Siempre digo que mientras viva mi madre, haré lo posible por no disgustarla. Si hablamos por videoconferencia, trato de parecerme a la persona que recuerda, como era yo antes, es decir, mi forma masculina. Pero es muy difícil de conseguir.

OC Media: ¿Sabes cómo está la situación en Chechenia actualmente? ¿Sabes lo que están haciendo tus amigos, los que se quedaron allí?

Sabrina: La semana pasada presenté un informe en Washington. Necesitaba información actualizada sobre la situación en Chechenia para ese informe y hablé con alguien que había pasado mes y medio en la prisión de Argun. Me dijo que en este momento, durante el Ramadán, no secuestran ni torturan a nadie, pero que todo el mundo está esperando impacientemente el final de esta celebración y no descarta que se produzca una nueva ola de persecuciones. Lo más probable es que apelen a los familiares [de los supuestos gays]; ellos se encargan del sospechoso y después las autoridades exigen pruebas de que se ha lavado con sangre lo que ellos entienden por «honor».

OC Media: ¿Quedan gays en esas prisiones secretas?

Sabrina: Según un conocido mío, ahora ya no hay tantos. Los que aún siguen ahí suelen ser gente sin familiares ricos, o cuyas familias los han abandonado a su suerte para que se enfrenten a los juicios de Kadyrov. Por lo que sé, los mantienen allí para presentarlos más adelante como terroristas. Es decir, si los matan, enseñarán sus cadáveres en televisión y dirán que atacaron algún pueblo o instalación militar. ¿Comprendes? Como si no fueran simples desaparecidos, sino gente que pasó a la clandestinidad y se hizo militante.

OC Media: ¿Eso es una suposición o esta información procede de alguna fuente?

Sabrina: Estoy citando a una persona que pasó mes y medio en la prisión de Agrun. Dice que varias personas que estaban en esa cárcel desaparecieron cuando les creció la barba. No se ha vuelto a saber de ellos. Simplemente se los llevaron. Y ese mal llamado Lord [Magomed Daudov, portavoz del Parlamento checheno y estrecho aliado de Ramzan Kadyrov], esa persona los vio cuando se los llevaron. No obstante, hasta ahora no los han presentado como delincuentes, no hay información sobre eso, pero sospechamos que entra dentro de lo posible. ¿Por qué, si no, les impedirían afeitarse?

OC Media: ¿Sabes si en el país ya se habían producido antes persecuciones de este tipo, secuestros de personas con lo que denominaríamos «orientación poco tradicional»?

Sabrina: Yo siempre llevé el pelo largo. Cuando vivía en Chechenia llevaba una melena corta. Creo que todo Grozny conocía mi condición incluso antes de 2003 [cuando se instauró el régimen de Kadyrov], cuando vivía en Grozny y no tenía ningún problema, ¡en serio! Nunca tuve problemas, ni siquiera en 1998-1999, cuando estaba en vigor la sharía. Más bien al contrario, era mucho más seguro que ahora. Rusia, que nos quería traer la «civilización», acabó sumergiéndonos en la Edad de Piedra.

OC Media: ¿Y cómo era esto posible con la sharía?

Sabrina: Yo llevaba las cejas depiladas, rímel en las pestañas, pantalones ajustados, camisetas mínimas. El Ministerio de Seguridad de la Sharía nunca me tocó. Había un lugar, frente al teatro ruso de Grozny, donde todas las tardes, sobre todo los fines de semana, se reunía un grupo de gente como yo. Era una pequeña plaza con varios bancos, y toda la ciudad sabía por qué venían hombres jóvenes a conocerse. Nunca nos insultaron. En checheno hay una expresión —Kharda ma Kharda— que significa «nunca te rías de la desgracia ajena». Se les suele decir a los niños si se ríen de algún enfermo.

OC Media: ¿Así que te ignoraban, pensando que estabas enferma?

Sabrina: Sí. Nunca me insultaron, persiguieron ni golpearon.

OC Media: ¿Cuánto duró ese periodo de gracia?

Sabrina: Hasta que llegó Kadyrov. En 2005, cuando fue nombrado primer ministro de Chechenia, comenzó a aparecer en la televisión hablando de moralidad. No nos nombraba específicamente, se refería sobre todo a la conducta de las mujeres. No obstante, se notaba en la ciudad que la gente comenzaba a cambiar. Los que sonreían y se reían, comenzaban a mirarnos como cuestionándonos. En esos años me fui de Chechenia, pero cada vez que volvía a casa, notaba cómo la situación empeoraba en el país.

OC Media: ¿Y ahora qué haces?

Sabrina: Me gano la vida como camarera. No me pagan mucho, USD700-800 al mes, que no es gran cosa en Estados Unidos. Aparte de eso, sigo siendo activista. Ahora soy responsable de 15 mujeres musulmanas. Me comunico con ellas como una especie de psicóloga. Organizamos tés o reuniones para beber unos tragos. Las acompaño al hospital, les ayudo a conseguir tarjetas de comida. Y lo hago de forma desinteresada. Las encontré por mi cuenta, en refugios. Yo soy musulmana y quiero ayudar a los que lo necesitan.

OC Media: ¿Llevas hijab?

Sabrina: Sí.

OC Media: Mucha gente dice que no puede haber gays, lesbianas o transexuales entre los musulmanes…

Sabrina: Eso es una estupidez. Es la naturaleza, la religión no tiene nada que ver con esto. Es lo mismo que cuando los chechenos insisten hasta la saciedad en que no hay gays en su país. Los hay en Daguestán, en Kabardia y en Rusia, en todo el planeta, pero “no en Chechenia”. Yo soy de allí, me desagrada oír semejante cosa.

Aquí he conocido a muchos hombres del Caúcaso. Muchos de ellos (musulmanes, que van a la mezquita y observan el Ramadán) viven con otros hombres.

Muchas personas confunden a los transexuales con hombres que se sienten atraídos por otros hombres, y piensan que cambian de sexo para tener más oportunidades de conseguir pareja, pero esto es falso. Es algo distinto, de hecho la psicología es diferente, y también la actitud hacia las cosas. Para mí es importante sentirme bien en mi piel y no avergonzarme de mi cuerpo. No importa si tienes pareja o no. Perdonen los detalles, pero ya hace más de un año que no tengo relaciones íntimas con nadie. Y no me importa en absoluto, simplemente sé que ahora soy yo misma.

Traducido por Lourdes Sada


Pays : 
- Russie   

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