Malawi se enfrenta a su peor crisis alimentaria de la última década, resultado de una combinación de factores que incluyen la sequía, inundaciones, una serie consecutiva de malas cosechas, la pobreza endémica y los efectos de la pandemia del VIH/SIDA, según informó hoy la FAO.
Más de 4,2 millones de personas, un 34 por ciento de la población, no pueden cubrir sus necesidades alimentarias. La producción de maíz, el cultivo básico más importante en Malawi, se estima será este año de 1,3 millones de toneladas, la más baja en la última década y un 26 por ciento menor que la del año pasado, ya de por sí escasa.
"Las lluvias tempranas y abundantes habían creado la expectativa de una buena cosecha este año, pero luego no llovió apenas desde finales de enero a finales de febrero, el periodo crítico en el que se produce la polinización del maíz y se forman las mazorcas", explicó Tesfai Ghermazien, coordinador de emergencias de la FAO en Malawi. Añadió que "la época de sequía también coincidió en algunas áreas con la de plantación de mandioca y batata".
Además, las lluvias torrenciales de diciembre y principios de enero provocaron inundaciones y daños en las cosechas, especialmente en las regiones meridional y central del país africano.
"El impacto de la mala cosecha no se dejará sentir del todo hasta la llegada del próximo período de escasez, entre octubre y abril", aseguró Ghermazien. "Necesitamos ayuda urgente de la comunidad de donantes para evitar una escalada de la crisis y que se extienda el hambre y la desnutrición, especialmente entre los niños menores de cinco años".
Economía basada en la agricultura
La agricultura, en su mayor parte de secano, es el sector más importante para la economía de Malawi: representa cerca del 39 por ciento de su producto interior bruto y ocupa al 85 por ciento de la población activa, además de contribuir en más del 90 por ciento a la entrada de divisas en el país.
Calamidades naturales
En años recientes se ha producido un incremento en la frecuencia y la gravedad de calamidades naturales, como sequía e inundaciones, con graves consecuencias en la producción cerealera. Se espera que la sequía que sufre el país africano este año provoque un déficit de cereales a nivel nacional de entre 300 000 y 500 000 toneladas.
"El desafío es suministrar ayuda de inmediato a las poblaciones afectadas y diseñar una estrategia de recuperación a largo plazo para evitar situaciones similares en el futuro", dijo Ghermazien. "La promoción de cultivos resistentes a la sequía y la diversificación de cultivos son dos ejemplos de cómo se puede mitigar el impacto de la falta de lluvias".
El grave problema del VIH/SIDA
La pandemia del VIH/SIDA continúa siendo un grave problema económico y social para Malawi, donde se estima que un 15 por ciento de la población está infectada con el VIH.
El impacto en el sector agrícola ha sido significativo, con una merma de la fuerza de trabajo debido a las muertes, la enfermedad, o la necesidad de dedicar los esfuerzos a atender a los afectados, lo que ha hecho disminuir la producción y dejado a una parte importante de la población sin el suministro adecuado de alimentos.
Intervenciones necesarias
"La mayoría de las áreas afectadas este año por la sequía o las inundaciones ya se enfrentaban a una grave escasez de alimentos, y muchas familias habían perdido sus cosechas en los campos y las reservas que habían almacenado", subrayó Ghermazien. "Estas familias necesitarán ayuda alimentaria, pero también insumos agrícolas como semillas y fertilizantes para la próxima temporada de siembra, que comienza en octubre".
La ayuda también es necesaria para que las familias vulnerables puedan ampliar su base económica. La FAO promueve la diversificación de cosechas para reducir la dependencia del maíz, así como la producción ganadera a pequeña escala, los pequeños huertos de regadío y las actividades que generen ingresos.
Intervenciones como la promoción de huertos caseros y la formación en nutrición para las familias afectadas por el VIH/SIDA y los niños malnutridos se hacen necesarias para ayudar a mejorar la salud y el estado nutricioanal de estos grupos vulnerables.
Otras actividades propuestas por la FAO incluyen la promoción de cultivos resistentes a la sequía, como la mandioca y la batata, la repoblación forestal en áreas susceptibles de sufrir inundaciones para mejorar la estructura del suelo y el establecimiento de viveros de árboles frutales y huertos en las escuelas primarias para mejorar la nutrición infantil.