Los progresos en la consecución del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad para el año 2015 el número de personas que padecen de forma crónica hambre y subnutrición en el mundo han sido lentos. Ese objetivo no se alcanzará si seguimos actuando "como de costumbre".
La FAO estima que hay en nuestro planeta 840 millones de seres humanos que sufren de hambre crónica, de los cuales 799 millones en países en desarrollo. Durante los últimos ocho años, ese número ha disminuido sólo en 2,5 millones al año. A ese ritmo, la meta se alcanzará con 100 años de retraso, en 2115.
El lema del Día Mundial de la Alimentación de este año, Alianza Internacional contra el Hambre, constituye una manera de dar un nuevo impulso a nuestros esfuerzos para lograr las metas fijadas.
En el año 2000, en la Cumbre del Milenio, los dirigentes mundiales acordaron combatir el hambre, la pobreza y la enfermedad. Con el protagonismo que se le ha otorgado en el programa mundial, la meta de acabar con el hambre, así como otras metas de desarrollo, forman parte ahora de los "Objetivos de Desarrollo del Milenio".
En el año 2002, los dirigentes mundiales acordaron asimismo poner en consonancia sus compromisos con los recursos y con las iniciativas. Y una vez más, en junio de 2002, en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después celebrada en Roma, renovaron su compromiso de luchar contra el hambre. No cabe duda de que los gobiernos se han comprometido explícitamente a combatir el hambre, pero ellos solos no pueden resolver los difíciles problemas del hambre y la malnutrición.
Es indispensable que muchos grupos distintos aúnen sus esfuerzos para colaborar al unísono. La Alianza Internacional contra el Hambre sumará las fuerzas de los productores y consumidores de alimentos, las organizaciones internacionales, las empresas agroindustriales, los científicos, el mundo universitario, los donantes, los encargados de formular las políticas, los particulares, los grupos religiosos, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y todos cuantos quieran comprometerse a luchar contra el sufrimiento ocasionado por el hambre.
La buena noticia es que los dirigentes de un número cada vez mayor de países han tenido el valor de dar la máxima prioridad nacional a la lucha contra el hambre. Necesitan nuestro apoyo. Esos dirigentes han reconocido que sólo cuando las personas están bien alimentadas pueden tomar parte en el progreso económico y social de su nación. Debemos instar a otras naciones a adoptar una decisión similar.
En este Día Mundial de la Alimentación, sumemos nuestras voces al llamamiento colectivo para poner en marcha la Alianza Internacional contra el Hambre. Aunando nuestros esfuerzos hemos de instar a los gobiernos a que adopten las políticas adecuadas y apliquen programas de lucha contra el hambre. Y debemos recordar a la comunidad internacional su compromiso de ampliar su asistencia al desarrollo con miras a combatir el hambre. Demos todos prioridad a la "guerra contra el hambre".