El comercio de armas está descontrolado
Todos los días, millones de hombres, mujeres y niños viven sujetos al temor de la violencia armada. Cada minuto, uno de ellos se convierte en víctima de homicidio. Desde las bandas de Río de Janeiro y Los Ángeles hasta las guerras civiles y rebeliones armadas de Liberia e Indonesia, son las armas convencionales las que se usan para matar. El comercio mundial que pone estas armas en manos de los asesinos es un gran negocio. Un negocio fuera de control.
El valor de las exportaciones autorizadas de armas es de 21.000 millones de dólares estadounidenses al año.
Hay 639 millones de armas pequeñas en el mundo, una por cada 10 personas, fabricadas por más de 1.000 empresas en al menos 98 países.
Cada año se fabrican 8 millones más.
Cada año se fabrican 16.000 millones de municiones, más de dos balas por cada hombre, mujer y niño del planeta.
Casi el 60 por ciento de las armas pequeñas están en manos de civiles.
Se calcula que entre el 80 y el 90 por ciento de todas las armas pequeñas ilegales provienen originalmente de transacciones aprobadas por los Estados.
El coste humano
La proliferación descontrolada y el abuso de las armas por fuerzas gubernamentales y grupos armados se cobran un precio gigantesco en términos de vidas humanas.
Cada año un promedio de más de 500.000 personas mueren por disparos de armas convencionales: una persona por minuto.
En la primera guerra mundial, el 14 por ciento de las víctimas eran civiles. En la segunda guerra mundial, esta cifra ascendió al 67 por ciento. En algunos de los conflictos que se libran hoy en día, la cifra es aún mayor.
Actualmente 300.000 niños soldados participan en conflictos armados.
La tortura y los malos tratos a manos de funcionarios del Estado —en su gran mayoría, policías armados— fue una práctica constante en más de 70 países entre 1997 y 2000.
En los conflictos armados se viola a mujeres y niñas a punta de pistola. Por ejemplo, 15.700 en Ruanda y 25.000 en Croacia y Bosnia.
La proliferación y el abuso de las armas destruyen los medios de vida de los individuos e impiden que los países salgan de la pobreza.
Un tercio de los países del mundo invierten más recursos en las fuerzas armadas que en los servicios de salud.
Cada año, los países de África, Asia, Oriente Medio y Próximo y Latinoamérica invierten un promedio de 22.000 millones de dólares en armas. La mitad de esta suma permitiría que todos los niños y niñas de estas regiones recibieran educación primaria.
El gasto de El Salvador en servicios de salud para tratar los efectos de la violencia equivale a más del 4 por ciento de su producto nacional bruto.
Casi la mitad (el 42 por ciento) de los países que tienen el presupuesto de defensa más alto están entre los últimos en materia de desarrollo humano. Por ejemplo, Eritrea invierte más del 20 por ciento de su producto nacional bruto en el presupuesto militar.
En África, las pérdidas económicas causadas por las guerras suman unos 15.000 millones de dólares anuales.
El gasto total de defensa en Pakistán constituye un tercio de su producto nacional bruto, o la mitad, si se incluye el pago de deudas relacionadas con las armas.
El papel del Consejo de Seguridad de la ONU
Es a los gobiernos más poderosos del mundo —que también son los principales proveedores de armas— a los que cabe la mayor responsabilidad a la hora de controlar el comercio de armas.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU —Francia, Rusia, China, el Reino Unido y EE. UU.— son responsables, en su conjunto, por el 88 por ciento de las exportaciones mundiales de armas convencionales, y estas exportaciones contribuyen regularmente a la comisión de abusos graves contra los derechos humanos.
Durante los cuatro últimos años, EE.UU., el Reino Unido y Francia han recibido más dinero de sus exportaciones de armas a África, Asia, Oriente Medio y Próximo y Latinoamérica del que han invertido en su ayuda a estas regiones.
La campaña "Controlar las Armas"
Por todas estas razones, Amnistía Internacional, Oxfam y la Red Internacional de Acción sobre Armas Pequeñas (IANSA) se han unido para emprender la campaña "Controlar las Armas", una importante campaña mundial que se llevará a cabo en más de 50 países de distintas regiones del mundo.
Los gobiernos están actuando demasiado lentamente para controlar las armas. Todos los días, en el curso de su labor en distintas partes del mundo, Oxfam, IANSA y Amnistía Internacional son testigos del abuso de las armas que fomenta los conflictos, la pobreza y las violaciones de derechos humanos. La campaña "Controlar las Armas" pide que se lleve a cabo una acción coordinada, desde el ámbito local al internacional, para impedir la proliferación y el abuso de las armas. La campaña pide:
En el ámbito internacional: que los gobiernos acuerden un Tratado sobre el Comercio de Armas que ponga fin a la exportación de armas a destinatarios que probablemente las usarán para cometer graves violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario.
En el ámbito regional: que los gobiernos desarrollen y refuercen acuerdos regionales sobre el control de las armas que respeten y defiendan los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
En el ámbito nacional: que los gobiernos aumenten la capacidad del Estado y su propia rendición de cuentas en materia de control de las transferencias de armas y protección de los ciudadanos frente a la violencia armada, conforme a las normas del derecho internacional.
En el ámbito comunitario: que la sociedad civil y los organismos de gobierno locales tomen medidas eficaces para aumentar la seguridad a nivel de la comunidad reduciendo la oferta y demanda locales de armas.
No hay tiempo que perder: en el mismo minuto en que una persona muere como consecuencia de la violencia armada se fabrican y ponen a la venta 15 armas más. ¿Quién asumirá la responsabilidad por los hombres, mujeres y niños que sin duda morirán o sufrirán a causa de la violencia armada durante los meses y años venideros? El comercio de armas está descontrolado. Es preciso actuar de inmediato.