El agua es fundamental para la vida y la salud. La realización del derecho humano a disponer de agua es imprescindible para llevar una vida saludable, que respete la dignidad humana. Es un requisito para la realización de todos los demás derechos humanos.
Con esas palabras, el Comité de Derechos Económicos, Culturales y Sociales, de las Naciones Unidas, adoptó ayer la medida sin precedentes de aprobar una «observación general» sobre el agua como derecho humano. Una «observación general» es una interpretación de las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Los 145 países que han ratificado el Pacto tendrán que velar por que la población entera tenga progresivamente acceso a agua de bebida potable y segura y a instalaciones de saneamiento, de forma equitativa y sin discriminación.
En el pasado decenio progresaron lentamente los esfuerzos desplegados para proporcionar «mejor agua de bebida» (lo que a veces significa tan solo una fuente o un pozo protegido a media hora de camino) a los 1100 millones de personas que se calcula que no tienen acceso a ella. También han sido lentos los progresos en materia de saneamiento, y alrededor de 2400 millones de personas siguen sin tener acceso siquiera a letrinas en condiciones higiénicas.
«Se exigirá a los países que "respeten, protejan y atiendan" el derecho de las personas a disponer de agua potable y saneamiento. Se trata de un importante impulso a los esfuerzos que se despliegan para alcanzar el Objetivo de Desarrollo del Milenio de que para 2015 se haya reducido a la mitad el número de personas sin acceso a agua y saneamiento, dos requisitos indispensables para la salud», señaló la Directora General de la OMS, Dra. Gro Harlem Brundtland.
En la observación general se declara que en virtud del derecho humano a disponer de agua, todas las personas deben tener agua suficiente, asequible, accesible, segura y aceptable para usos personales y domésticos. Se exige que los países adopten estrategias y planes de acción nacionales que les permitan «aproximarse de forma rápida y eficaz a la realización total del derecho a tener agua». Esas estrategias deben basarse en la legislación y los principios relativos a los derechos humanos, tienen que abarcar todos los aspectos del derecho al agua y las correspondientes obligaciones de los países, definir objetivos claros, fijar objetivos o metas que habrá que alcanzar y el plazo para su logro, y formular políticas adecuadas y los indicadores correspondientes.
La importancia de la observación general radica asimismo en que proporciona a la sociedad civil un instrumento que responsabiliza a los gobiernos de la garantía del acceso equitativo al agua. También proporciona un marco para prestar ayuda a los gobiernos en la formulación de políticas y estrategias eficaces que produzcan beneficios reales para la salud y la sociedad. Un aspecto importante de su valor es que sitúa en primer plano a las personas más perjudicadas, en particular los pobres y los vulnerables, y centra en ellos las actividades.
El agua y el saneamiento inadecuados son causas principales de enfermedades tales como el paludismo, el cólera, la disentería, la esquistosomiasis, la hepatitis infecciosa y la diarrea, que están asociadas a 3400 millones de defunciones cada año. El agua y el saneamiento inadecuados son también una causa principal de la pobreza y de las diferencias cada vez mayores entre ricos y pobres.
En reconocimiento de la importancia de los determinantes ambientales de la salud, la Organización Mundial de la Salud ha lanzado recientemente la iniciativa Ambientes Saludables para los Niños. La OMS está reuniendo una alianza de órganos públicos y privados, junto con organizaciones no gubernamentales, en apoyo de las actividades de base comunitaria que se llevan a cabo para hacer frente a los principales factores de riesgo ambientales que amenazan a los niños.
«Se calcula que casi un tercio de la carga mundial de morbilidad (para todas las edades) puede atribuirse a los factores de riesgo ambientales. Más del 40% de esa carga recae en los niños menores de cinco años de edad, que, sin embargo, sólo constituyen alrededor del 10% de la población del mundo. Por consiguiente, este aspecto es una prioridad urgente para la labor de la OMS. El hecho de que el agua se considere ahora un derecho humano básico proporcionará a los miembros de la Alianza un instrumento eficaz para lograr que se produzca un cambio real a nivel de país», agregó la Dra. Brundtland.
La observación general estipula asimismo que el agua, como la salud, es un elemento esencial para lograr la realización de otros derechos humanos, especialmente los derechos de recibir alimentos y nutrición, vivienda y educación adecuados.