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Date :  2018-07-25
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Minirredes para el crecimiento rural

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Pius Utomi Ekpei/AFP/Getty Images


NAIROBI/NUEVA DELHI – Más de 300 millones de personas en la India carecen de acceso a la electricidad; en África subsahariana esa cifra llega al doble de personas. Como las proyecciones indican que el crecimiento poblacional superará las tasas de conexión, es previsible un agravamiento de la “pobreza energética”.

Las comunidades rurales de las economías de frontera llevan décadas esperando en vano la llegada del suministro público de electricidad. Pero hoy hay nuevas tecnologías que, combinadas con el abaratamiento de los paneles solares, las mejoras en las baterías y los sistemas de pago móvil, están cambiando el modo de producción y distribución de la energía. Las “minirredes” (sistemas de energía más pequeños y localizados) permiten a productores independientes electrificar comunidades remotas más rápido y más barato que las empresas de energía tradicionales. El problema está en convencer a los políticos, los financistas y los intereses creados del valor de la descentralización.

Resolver la electrificación rural con minirredes no es una idea nueva; comunidades de países tan diversos como Estados Unidos y Camboya usan hace tiempo esta estrategia para conectar infraestructuras locales a las redes regionales o nacionales. Y en comunidades hambrientas de energía, las minirredes pueden cambiarlo todo. Según la Agencia Internacional de la Energía, soluciones descentralizadas como las minirredes pueden suministrar electricidad de la manera económicamente más eficiente a más del 70% de quienes hoy están desconectados, siempre que los proyectos puedan atraer nuevas fuentes de capital. La AIE calcula que con una inversión de 300 000 millones de dólares y políticas de apoyo, en 2030 las minirredes podrían proveer electricidad a 450 millones de personas.

Claro que la idea de las minirredes no es que funcionen aisladas para siempre; lo mejor es cuando inyectan energía en redes de distribución más grandes. Pero hasta que estas lleguen, las áreas rurales en los países en desarrollo pueden, y deben, actuar en forma independiente.

Básicamente, en comparación con las redes centralizadas, las minirredes son más fáciles de armar e implementar en comunidades remotas, y ofrecen un suministro de electricidad más confiable. Pueden agregar dinamismo y prosperidad a las economías locales, al dar suministro a clínicas, escuelas y empresas locales (incluidos emprendimientos agrícolas). En áreas no electrificadas que son vulnerables al cambio climático, a los desastres naturales y a las migraciones económicas, las minirredes suelen ser la única opción.

Por desgracia, pese a estas ventajas, el uso de minirredes en la India y África subsahariana todavía es limitado. Por ejemplo, Smart Power India, con ayuda de la Fundación Rockefeller, ayudó a construir (hasta el último recuento) más de 140 minirredes de propiedad privada en todo el país, que representan el agrupamiento de capacidad de generación local más grande de toda la India. Y sin embargo esto es sólo una minúscula fracción de la cantidad estimada de sistemas de minirred (entre 100 000 y 200 000 sólo en África) que se necesitan para cubrir la demanda prevista en los próximos años.

El mismo faltante afecta a las comunidades africanas. En abril, se creóhttp://africamda.org/index.php/news/ el primer organismo profesional de la industria (la Asociación Africana de Desarrolladores de Minirredes), con el objetivo de alentar el crecimiento de esta tecnología en Kenia y Tanzania, y llegar en algún momento a toda África subsahariana. Se espera que en 2020 la cantidad de conexiones a minirredes con generación de energía renovable en estos dos países pase de 12 000 a más de 145 000. Sin embargo, en comparación con las inmensas necesidades de energía de África, son avances modestos. En Nigeria, por ejemplo, hay 80 millones de personas sin acceso a la electricidad, y otros 60 millones gastan 13 000 millones de dólares al año para hacer funcionar contaminantes generadores a diésel, que sería posible sustituir con minirredes. Muchos otros países africanos enfrentan problemas energéticos similares.

La buena noticia es que la financiación disponible para minirredes (incluidos sistemas impulsados por energía solar, hidroeléctrica, eólica o una combinación de fuentes renovables y diésel) está aumentando, lentamente. En la India, dos empresas desarrolladoras de esta tecnología, Husk Power Systems y OMC Power, obtuvieron recientemente nuevas inversiones por un total de 30 millones de dólares, mientras que Yoma Micro Power consiguió 28 millones de dólares. En África, en tanto, el Banco Mundial concedió a Nigeria un préstamo de 350 millones de dólares para electrificación rural, y se espera que la International Solar Alliance obtenga una línea de crédito de 2000 millones de dólares de la India para apoyar diversos proyectos en África (minirredes incluidas). Estos compromisos se producen después de que el Deutsche Bank anunció en 2016 un fondo de 3500 millones de dólares para ayudar a financiar proyectos de energía sostenible en África, incluidos 10 500 sistemas de minirred con energía solar.

Es probable que se consiga más financiación conforme maduren los diseños y modelos de negocio de la tecnología. Una innovación prometedora es un sistema integrado de suministro listo para usar: una solución de minirred modular y escalable, que ya se está probando en la India y en otros lugares.

Pero a pesar de estos avances, el potencial de las minirredes para sentar las bases del desarrollo económico de las comunidades rurales no se concretará plenamente hasta que los políticos, las autoridades regulatorias y los profesionales en materia de desarrollo internacional adopten las redes descentralizadas como soluciones viables, complementarias e interoperativas al problema de la pobreza energética, en vez de verlas como competidoras de las empresas de energía tradicionales.

Si bien son cada vez más los gobiernos que adoptan políticas favorables a las minirredes, la mayoría sigue sin integrar la generación y distribución localizada de energía a los planes nacionales de electrificación. En la India, por ejemplo, hay un borrador de política para las minirredes que está detenido hace dos años; y en África subsahariana, las buenas intenciones suelen chocar contra la burocracia y el cabildeo de las grandes empresas de energía. Es común que las minirredes rurales deban operar sin el respaldo financiero que reciben regularmente las proveedoras de energía más grandes, pese a proveer un servicio equivalente o mejor.

Para dar electricidad a la India, África y otros lugares, los productores de energía pequeños necesitan acceso a capital y el apoyo de políticas imparciales y justas. Pero sobre todo, necesitan la oportunidad de poner sus tecnologías a trabajar. El mundo ya sabe cómo proveer de energía a las comunidades rurales; ahora son los políticos los que deben mover el interruptor.

Traducción: Esteban Flamini


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