Cerca del 70 por ciento de la población de Jordania es de origen palestino, y por lo general están bien integrado a la sociedad palestina. Jordanos y palestinos han estado viviendo juntos desde la guerra árabe-israelí de 1948 y la nakba palestina, e incluso mucho antes de eso.
Sin embargo, al hablar con palestinos y jordanos se pueden encontrar historias que hablan de tensiones subyacentes entre ambos grupos.
Sara Suod, de Madaba, en el cento de Jordania, dijo a Global Voices que sus padres no le permiten visitar a sus amigos palestinos:
« Vengo de Madaba, y mi familia es extremadamente orgullosa [de ser jordanos] Tan orgullosa que se niegan a dejar que mis hermanas y yo visitemos a nuestros amigos palestinos en sus casa, como si fuéramos niñas”. »
Aunque el tiempo que tienen viviendo juntos ha creado una sensación de paz entre los dos pueblos, aún no hay una completa armonía. El matrimonio y los deportes son dos dominios donde se puede ver esas tensiones más claramente.
¿Siguen siendo tabú los matrimonios entre jordanos y palestinos?
De las 82,000 jordanas casadas con extranjeros,
casi 53,000 están casadas con palestinos. Una cifra relativamente alta que podría tomarse como indicador de la normalidad del matrimonio entre jordanos y palestinos en Jordania. Pero la cifra también puede ser engañosa.
Las historias de ciudadanos jordanos (jordanos o de ascendencia palestina) pintan una imagen diferente de la sociedad jordana con respecto a estos matrimonios. Aunque el matrimonio no es exactamente tabú, puede variar –dependiendo de la zona y la familia— entre ser normal, desprobado y hasta totalmente prohibido.
La primera historias de familias que están en paz con esto es de del palestino Ahmad Khalil y su esposa jordana. Considera su matrimonio como bueno y le dijo a Global Voices:
« Nos conocimos en la universidad y nos comprometimos cuando los dos terminamos. Su familia lo sabía desde el comienzo, igual que la mía. Nadie se opuso a nada y las cosas fueron sin contratiempos a lo largo del compromiso. Además de enfrentamientos normales, por detalles entre los parientes políticos, no surgió ningún problema grande. Además, las peleas nunca fueron por la raza. Creo que es porque mi mamá es jordana, y todos sus tíos están casados con palestinas, así que se puede decir que nuestras familias están igualmente acostumbradas a la situación. »
Ahmad y su esposa tienen suerte, igual que quienes nacieron en familias mezcladas, pues el problema del prejuicio o racismo se minimiza por el hecho de que cada uno tiene ambas identidades.
Sin embargo, no todos tienen la misma experiencia de Ahmad. Sobre su esposo y la opinión de su familia sobre su matrimonio con un palestino, Sara Majali, de 26 años de Al-Salt, centro occidental de Jordania, dice a Global Voices:
« Cuando era chica, mi familia nunca fue particularmente estricta sobre que mis hermanos y yo nos casáramos con palestinos, aunque cuando les dije que me casaría con un palestino, no estuvieron exactamente felices. Hubieran preferido que me casara con mi primo, que también es de Al-Salt, o alguien de ahí. Mi mamá se opuso al matrimonio primero, me dijo que podía encontrar alguien ‘más cercano a nosotros’, pero mi papá era menos terco. »
Finalmente, su madre aceptó el matrimonio.
« Al final, mi mamá aceptó el matrimonio después de meses de convencerla, pero aún no bendice totalmente el matrimonio. Cuando mi pareja y yo peleamos, las primeras palabras que dice mi madre con “¿no hubiera sido mejor que te casaras con…?”, y menciona a un hombre de Salt. »
Continúa:
« La familia de mi pareja, aunque no está tan agresivamente en contra del matrimonio como mi mamá, hace que él lo pase mal. Con temor por el hecho de que vengo de una familia grande, algo que creen que voy a usar contra mi esposo, le aconsejaron irónicamente que encontrara a alguien ‘más cercano’ a ellos. Después de tres años de casados, me conocen mejor, pero sigo sintiendo que ponen límites a mis interacciones con ellos —a diferencia de su relación con la esposa palestina de mi cuñado, a quien aceptaron inmediatamente como parte de la familia. »
La historia de Sara refleja la opinión subyecente que ha prevalecido en la sociedad jordana desde la primera inmigración palestina a Jordania en 1948 –las familias jordanas son más grandes y tienden a tener más poder, mientras que las palestinas, (por ser inmigrantes) “no tienen espina”.
“No tener espina” es una forma despectiva de decir que las familias palestinas son son tan grandes o no tienen tantas buenas relaciones como las jordanas, como una insinuación de que un jordano tendría más control del matrimonio porque tienen la familia y el poder para demostrarlo.
Es por eso que las muchas familias palestinas son renuentes a casarse con un jordano, y viceversa.
Rivalidad entre hinchas de fútbol
Al-Faisaly es uno de los equipos más famosos de la liga jordana de fútbol y los ciudadanos jordanos lo han tomado como símbolo de legado jordano.
Al-Wehdat, que lleva el nombre del segundo mayor campo de refugiados en el sudeste de Amán, es casi igual de famoso, pero es un símbolo para los ciudadanos jordanos de ascendencia palestina.
Aunque los hinchas suelen insultarse unos a otros, los jordanos de ambas ascendencias por lo general se preparan cuando hay programado un partido entre los equipos antes mencionados.
Son comunes los casos de
ataques, y alguna vez llegaron al punto en que
250 hinchas quedaron heridos. Tiendas y autos se espectadores han
terminado quemados por ninguna otra razón más que caldear los disturbios.
La
policía suele intervenir, y las administraciones de ambos clubes por lo general tratan de
disciplinar a sus hinchas y prohíben la entrada a quien empiece una pelea —algo que no ocurre cuando alguno de los dos equipos juega con otro equipo.
En 2009, un cable diplomático estadounidense intervenido
decía:
« Vandalismo antipalestino y lemas que denigran a quienes tienen origen palestino de la Reina y el Príncipe Heredero llevaron a la cancelación de un partido el 17 de julio entre los clubes rivales Faisali y Wahdat, que tradicionalmente representan a las comunidades de la Ribera Oriental y palestina, respectivamente. »
Se puede llegar a la conclusión de que los enfrentamientos, incendios y mala conducta es más que solamente de fútbol, se trata de lo que los equipos representan: raza. Esto lo detaca el propio presidente palestino de Al Wehdat, que dijo en una entrevista con
World Soccer:
« Para Wehdat, 99 por ciento de sus hinchas son palestinos. No encontrarán hinchas jordanos del Wehdat. »