Cuando Swapna, de 12 años, regresó a su hogar un día después de que el ciclón Roanu golpeara a Bangladesh en 2016, no podía creer lo que veía: toda la vecindad, incluidos los árboles, había desaparecido.
En Zimbabwe, la sequía exigió a Emmanuel enormes esfuerzos para poder alimentar a su familia. Aceptó una dote de unas pocas cabras para su hija de 15 años, lo que significó una boca menos para alimentar, además de comida y ganado para la familia.
Arriba, Amaia, de 11 años, parada en un témpano de hielo en Alaska, Estados Unidos de América, en julio de 2016. En los últimos años se han observado grandes témpanos de hielo más lejos de la costa, debido a que el hielo marino empieza a derretirse más temprano y con mayor rapidez.
Las repercusiones del cambio climático se están sintiendo en todo el mundo. Para muchos niños, un cambio en el clima representa un cambio en el agua. En tiempos de sequías o inundaciones, en las zonas donde el nivel del mar ha aumentado, o donde el hielo y la nieve se han derretido de forma excepcional para la estación, los niños se encuentran en situación de riesgo, ya que la calidad y la cantidad de agua disponible para ellos están en peligro.
En los próximos años, la demanda de agua va a aumentar debido al crecimiento de las poblaciones y su traslado de unos lugares a otros, al desarrollo de la industria y el incremento del consumo. Esto puede provocar estrés por escasez de agua, a medida que el aumento de la demanda y el uso del agua sobrecarguen el abastecimiento disponible.
El mundo está al borde de una crisis mortal, pues la combinación de cambio climático y estrés por déficit hídrico se traduce en un panorama peligroso para los niños.
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Varios niños juegan al escondite en un cementerio en Tuvalu, Océano Pacífico. Una erosión costera de grandes proporciones provocó la caída de numerosos cocoteros. Los isleños hacen frente a la erosión costera, la inundación de las tierras y la intrusión de agua salada en el suelo y el agua subterránea.
El cambio climático está contribuyendo a una creciente crisis hídrica que está poniendo en peligro las vidas de millones de niños
Para 2040 se prevé que casi 600 millones de niños vivirán en zonas con recursos hídricos en extremo limitados. Esto equivale a 1 de cada 4 niños a nivel mundial.
Un factor que incidirá de manera importante en el estrés por escasez de agua será el incremento de la demanda de agua en todo el mundo, como resultado, en gran medida, de la industrialización, el crecimiento de la población, los cambios demográficos, la producción de alimentos y el mayor consumo. Tomar duchas largas, lavar automóviles, regar jardines y consumir más carne –todo esto tiene un costo.
En muchas de las regiones que, según se prevé, resultarán más duramente golpeadas, ya estamos presenciando una crisis del agua. Entre 2011 y 2015, la disponibilidad de agua únicamente en Oriente Medio se redujo un 67%.
En 2014, Peia, de 16 años, nada en la zona inundada de la aldea de Aberao, Kiribati. Este es uno de los países afectados por el aumento en el nivel del mar. Muchas aldeas se inundan durante las mareas altas, volviéndose prácticamente inhabitables.
El incremento de las sequías y las inundaciones amenaza la calidad y la cantidad del agua
En el transcurso de los últimos 50 años, la temperatura mundial promedio experimentó el aumento más rápido de la historia. En los 134 años que la NASA ha llevado registros, los 16 años más calurosos, excepto uno, se han vivido desde 2000. El año más caluroso de que se tenga constancia fue 2016.
Con respecto al abastecimiento mundial de agua, apenas una pequeñísima cantidad (2,5%) es agua dulce, es decir, la que se requiere para sostener la vida de los seres humanos, los animales y las plantas.
El nivel del mar está aumentando con más rapidez que antes. Esto lleva a que el agua salada infiltre el suministro hídrico, haciendo que el agua no sea apta para el consumo.
Las temperaturas más altas también producen sequías, inundaciones y un incremento de las enfermedades relacionadas con el agua.
Sequías mortales
Sin agua, los niños simplemente no pueden sobrevivir. En tiempos de sequía, los niños no solo corren peligro de morir de sed; también disponen de menos alimento y deben recorrer mayores distancias para recoger agua. Esto se traduce en menos tiempo para asistir a la escuela, estudiar y jugar.
Con frecuencia, las niñas son las encargadas de salir a recoger agua y las que primero quedan excluidas de la enseñanza. En lugar de asistir a la escuela, las niñas pueden pasar horas recogiendo agua, lo que a menudo las expone a ser víctimas de ataques. Si tienen la suerte de llegar finalmente a la escuela, el cansancio muchas veces les impide aprender.
En todo el mundo, las mujeres y las niñas dedican alrededor de 200 millones de horas diariamente a recoger agua. A sus 13 años, Aysha, que vive en la región de Afar, Etiopía, tiene que caminar ocho horas de ida y vuelta con el propósito de recoger agua para ella y su familia. Veamos cómo transcurre un día en la vida de Aysha:
Las sequías tienen múltiples consecuencias para las familias y las comunidades pobres. Las cosechas se pierden, el ganado muere y los ingresos se reducen, todo lo cual aumenta los precios de los alimentos y hace que los pobres padezcan inseguridad alimentaria. Esta pérdida de los medios de subsistencia puede sumir a las familias en una mayor pobreza y forzarlas a migrar en busca de agua y alimento.
En 2016, Malawi sufrió su peor sequía en 30 años, lo que exigió asistencia alimentaria para 6,7 millones de personas en febrero de 2017. Una de las personas afectadas fue Teresa. Tras perder a su esposo, ha tenido que enfrentar sin ayuda muchas dificultades para cuidar a su bebé, que sufre de malnutrición aguda grave. Conozcamos su historia:
Agua no apta para el consumo
Cuando el agua escasea durante las sequías, mucha gente consume agua impura. Esto pone a los niños en riesgo de contraer enfermedades que les pueden costar la vida.
Las enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento se cuentan entre las principales causas de muerte de niños menores de 5 años. Todos los días, más de 800 niños menores de 5 años mueren por diarrea asociada con el agua, el saneamiento y la higiene inadecuados.
En Lesotho, por ejemplo, la sequía de 2016 secó numerosas fuentes de agua potable, una situación que forzó a las familias a buscar alternativas no aptas para el consumo y aumentó los casos de diarrea.
Cuando se presentan inundaciones, las letrinas y los retretes pueden terminar destruidos o dañados, lo que puede contaminar las reservas de agua y hacerlas inseguras para el consumo.
Varios niños juegan en un árbol que cayó en 2015 durante el ciclón Pam, en los alrededores de Port Vila, Vanuatu. El ciclón afectó a más del 60% de los habitantes de la isla, muchos de los cuales no se habían recuperado completamente de los efectos del devastador ciclón Lusi, que azotó al país el año anterior.
Los niños más pobres y desfavorecidos están en situación de mayor riesgo
Las zonas de inundación y sequía por lo regular coinciden con zonas de gran pobreza, donde el acceso a servicios esenciales, como agua y saneamiento, es limitado.
Muchos de los niños y las familias que se encuentran en desventaja por la pobreza ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático.
Esta situación puede generar un círculo vicioso: los niños que viven en medio de la pobreza o que carecen de agua y saneamiento adecuados antes de una crisis, resultan más afectados por una inundación, una sequía o una tormenta. Ellos tienen menos probabilidades de recuperarse rápidamente y corren un riesgo incluso mayor en crisis posteriores.
El número de inundaciones y tormentas en todo el mundo se está incrementando y existen pruebas de que el cambio climático explica esta tendencia ascendente. De los 15 países de todo el mundo que están más expuestos a desastres, nueve corresponden a Asia y el Pacífico. Vanuatu es el más amenazado.
John, de 9 años, vive en Vanuatu, que el ciclón Pam azotó en 2015, afectando a más del 60% de los isleños. Muchas de esas personas no se habían recuperado totalmente del embate del ciclón Lusi, el año anterior. John tiene miedo de que no haya suficiente alimento y agua para él y su familia. “Cuando sea grande, quiero ser rico”, dice. “Quiero ser tan rico que pueda comprar comida y aun así me quede dinero”. Veamos la historia de John:
Esta crisis no es inevitable, pero debemos actuar ahora
Los niños de hoy, y sus hijos, serán las principales víctimas del cambio climático. Debemos trabajar unidos para asegurarnos de que la infancia ocupe el lugar central en los debates y las decisiones relacionados con el clima, y para hacer oír sus voces.
Una de las maneras más efectivas de proteger a los niños ahora y en el futuro es defender su acceso a servicios de agua y saneamiento seguros.
“Esperamos más que promesas y palabras escritas en papel. Esperamos acciones”, dijo Gertrude Clement, de 16 años, a los líderes mundiales durante la firma del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, en la Sede de las Naciones Unidas, en 2016.
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