Los números hablan por sí solos: 1.721 personas –mujeres, hombres y niños– perdieron la vida o desaparecieron en el Mediterráneo central entre el 1 de enero y el 26 de abril de este año. Entre el 27 de abril y el 29 de junio, este trágico dato se redujo a 99.
¿A qué se debe este repentino y brusco descenso?
La situación ha cambiado debido a que los dirigentes europeos al fin se pusieron de acuerdo para aportar más fondos y enviar más barcos y aviones destinados a rescatar a personas de las zonas donde tiene lugar la mayoría de los naufragios.
El primer barco adicional aportado –el buque francés Commandant Birot– llegó al Mediterráneo central el 27 de abril. Pronto le siguieron otros, y la repercusión fue enorme.
Antes de esa fecha, las probabilidades de morir ahogado si uno iba a bordo de un barco destartalado cruzando el Mediterráneo eran nada menos que una entre 16, por lo que era la ruta migratoria más letal del mundo. A fecha de final de junio, la proporción se había reducido a una entre 427.
¿Qué es lo que ha cambiado?
Durante meses, los dirigentes europeos estuvieron haciendo oídos sordos a las reiteradas advertencias de las organizaciones, entre ellas Amnistía Internacional, de que el Mediterráneo se estaba transformando en un cementerio.
El resultado de su indiferencia fue demoledor: en una misma semana de abril, más de 1.200 refugiados y migrantes murieron en dos grandes naufragios.
Las previsiones sobre el número de muertos en 2015 se dispararon en vista de la ingente cantidad de personas que arriesgaban su vida en frágiles lanchas neumáticas y pesqueros abarrotados durante los meses más cálidos de la primavera y el verano.
He aquí tres razones fundamentales de que la situación haya mejorado:
1. Más dinero y barcos para patrullas marítimas y operaciones de salvamento
La Unión Europea ha triplicado los fondos destinados a su operación de control de fronteras, llamada Tritón. Además, sus Estados miembros han enviado 6 grandes buques, 12 barcos, 3 aviones y 2 helicópteros para patrullar el Mediterráneo de mayo a septiembre.
Varios gobiernos europeos han enviado aviones, helicópteros y barcos militares adicionales, como el buque insignia británico HMS Bulwark, los barcos alemanes Berlin y Hessen y el barco irlandés Lé Eithne. La armada italiana ha aportado también unos cinco barcos.
Y dos organizaciones no gubernamentales, Migrant Offshore Aid Station - Estación de ayuda al migrante por mar (MOAS) y Médicos sin Fronteras (MSF), han desplegado tres barcos de salvamento privados.
Activistas de Amnistía Internacional en una marcha "fúnebre" de protesta durante la reunión urgente de los dirigentes europeos en Bruselas (Bélgica) para tratar de la crisis del Mediterráneo, 23 de abril de 2015.
2. Patrullar las zonas donde la gente necesita ayuda
Otro cambio fundamental ha sido que estos barcos ahora patrullan un sector más amplio del Mediterráneo central, más cerca de donde la mayoría de la gente necesita realmente ayuda.
Lo veníamos solicitando desde que Italia y la UE acordaron poner fin a la operación humanitaria de la armada italiana Mare Nostrum ("Mar Nuestro") –que había rescatado a más de 166.000 personas– a finales de 2014.
La sustituyeron por Tritón, una operación mucho más reducida y menos eficaz. Más que en salvar vidas, la nueva operación se centraba en patrullar las fronteras a tan sólo 55 km de las costas europeas. Contaba además con barcos más pequeños y menos aviones, helicópteros y personal.
La tarea de localizar y rescatar a las personas se dejaba en gran medida a los guardacostas y buques mercantes. Estaba muriendo gente en alta mar, a menudo porque, simplemente, no había nadie cerca para ayudar.
3. Presión pública y voluntad política
Los dirigentes europeos no podían hacer caso omiso de la gigantesca ola de protestas que sucedieron a los dos naufragios en abril: titulares internacionales, encendidos debates en los medios sociales, protestas callejeras en toda Europa.
Por ejemplo, en cuestión de días, cientos de miles de personas había firmado nuestra petición de campaña S.O.S. Europa; el número total superaba el medio millón de personas a comienzos de julio.
La voluntad política resultante para poner fin definitivamente a las muertes en el mar permitió rescatar sanas y salvas a más de 38.000 personas sólo en los meses de mayo y junio.
El reto que se presenta
Los dirigentes europeos deberán mantener esta operación mientras tal cantidad de personas sigan cruzando el Mediterráneo, a fin de evitar más tragedias en el mar. Asimismo deberán proporcionar a los refugiados vías seguras de solicitar asilo en Europa, para que no vean en el mar la única ruta posible para alcanzar la seguridad.
Y todos nosotros tendremos que estar alerta sobre lo que suceda a continuación, y estar preparados para dar la voz de alarma con fuerza si se desvían del objetivo principal de salvar vidas humanas.
Porque no tendría que haber costado más de 1.200 vidas conseguirlo. Ninguna persona debería morir sólo por cruzar una frontera, y una sola vida perdida en el mar son demasiadas.