Ninguna sociedad puede prosperar sin cultura - y sin ésta ningún desarrollo puede ser sostenible. La cultura da las respuestas a muchos de los retos a los que se enfrentan las sociedades hoy en día. La concienciación de esta relación entre cultura y desarrollo pone de relieve la importancia fundamental del patrimonio cultural inmaterial: las tradiciones culturales vivas, las expresiones y los sistemas de conocimiento que dan sentido a las comunidades, que explican el mundo y le dan forma.
Para ilustrar el papel que este patrimonio vivo desempeña en el desarrollo sostenible, la UNESCO acoge una exposición en las vallas de su Sede en París (7, place de Fontenoy) del 28 de octubre al 10 de diciembre de 2013. Se presentan varios ejemplos de diferentes partes del mundo (Brasil, Egipto, Estonia, Kenia, Samoa, España) que ilustran cómo el patrimonio cultural inmaterial contribuye a diferentes aspectos del desarrollo sostenible.
A pesar de sus evidentes beneficios, a menudo en el área del desarrollo no se tiene en cuenta al patrimonio cultural inmaterial, viéndose erróneamente reducido al folclore y a los rituales, siendo considerado relevante en términos de economía turística y artesanía. En los casos negativos, el patrimonio inmaterial es asociado con costumbres dañinas, inmovilistas y arcaicas. Numerosos estudios, sin embargo, han demostrado claramente que este patrimonio se practica a diario en las comunidades, en todos los continentes, para hacer frente a todo, desde la escasez de alimentos y el cambio medioambiental, a problemas de salud, la educación o la prevención y resolución de conflictos.
Caracterizado por la administración atenta de los recursos de la naturaleza y la transmisión del conocimiento acumulado a través del tiempo, el patrimonio cultural inmaterial es una fuente dinámica de experiencia y se encuentra en el centro de nuestra identidad. De hecho, conlleva respuestas a muchos de los problemas de nuestro mundo.
En todo el mundo los desafíos no hacen sino aumentar. El proyecto de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, encargado por el Secretario General, constata que hay más de 2.700 millones de personas que viven en situación precaria, con menos de dos dólares al día, y que hay 800 millones pasan hambre de manera habitual, entre estos, 300 millones son niños. Cuestiones muy diversas ponen en peligro nuestro futuro común: el cambio climático, el incremento de las desigualdades sociales, el agotamiento de los recursos naturales y la pérdida de la biodiversidad, los conflictos, el mal gobierno, las desigualdades en el acceso a la alimentación y a la educación, el incremento y el envejecimiento de las poblaciones, la urbanización desenfrenada, las crisis sanitarias, la escasez de agua y mucho más. La falta de acción no es una opción.
En este contexto, la Convención de la UNESCO de 2003 para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial ofrece un espacio importante y permanente para el diálogo, las ideas y la cooperación. Propone una plataforma en la que todas las comunidades, incluida su sabiduría y experiencia, reciben el mismo trato que otros posibles enfoques para el desarrollo. Al tener en cuenta también los instrumentos internacionales existentes en materia de derechos humanos y desarrollo sostenible, la Convención da aún más fuerza a su marco de acción.
Hay que integrar urgentemente el patrimonio cultural inmaterial en el debate público, las políticas gubernamentales, y en los programas y estrategias de desarrollo sostenible. En este sentido, el informe del Equipo de Tareas del Sistema de las Naciones Unidas sobre la Agenda de la ONU para el Desarrollo después de 2015 presentado al Secretario General (titulado “Darnos cuenta del futuro que queremos para todos, en inglés original “Realizing the Future We Want for All”) nos ofrece una estructura útil para el futuro debate y la acción, con cuatro aspectos específicos:
• el desarrollo social incluyente,
• el desarrollo económico inclusivo,
• la sostenibilidad del medio ambiente,
• la paz y la seguridad.
Cada uno de estos aspectos se puede ver desde el punto de vista del patrimonio cultural inmaterial, como se demuestra en los casos presentados en la exposición fotográfica. Se incluyen casos como el entusiasmo que crea el carnaval de Frevo, en el estado brasileño de Pernambuco, y que demuestra cómo las diversas comunidades de Recife pueden vivir juntas en armonía y cómo su patrimonio inmaterial compartido es compatible con una sociedad cohesionada.
Los samoanos que tejen hojas de pandanus para hacer bonitas alfombras y bolsos, nos enseñan lo mucho que tenemos que aprender sobre el respeto a la sostenibilidad medioambiental.
La exposición también nos recuerda que hay comunidades en el mundo que han desarrollado instituciones sociales para gestionar los escasos recursos naturales, como el agua, y para mediar en los problemas que puedan surgir entre los vecinos, como es el caso de los tribunales de regantes de Murcia y Valencia, en España.
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http://www.unesco.org/new/es/media-services/in-focus-articles/intangible-cultural-heritage-for-sustainable-development/
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