Profesor de Geografía, Jon Martin Trondalen ha trabajado durante varios años como mediador para resolver los conflictos relacionados con el agua en el Oriente Medio. Autor del libro Water and Peace for the People, publicado por Ediciones UNESCO, explicó que los países de la región deben ponerse de acuerdo para acabar con los conflictos relacionados con los recursos hídricos.
Desde 1993 usted ha venido dedicando la mayor parte del tiempo que ha pasado en el Oriente Medio a actuar de mediador en conflictos relacionados con el agua. ¿Qué características específicas presenta la situación de los recursos hídricos en esta región?
Lo que más me ha sorprendido es comprobar hasta qué punto la cuestión del agua puede ser esencial no sólo en el plano político y socioeconómico, sino también en la vida diaria de la gente. Puedo referir el caso de un hombre que me encontré en Iraq, a unos cien kilómetros de Bagdad, en un pueblo cercano a las orillas del Éufrates, Al Hilla, la antigua Babilonia. Corría el año 1997 y la salinidad de este río había cobrado tales proporciones que sus infiltraciones estaban asolando el terreno cultivado por su familia desde muchas generaciones atrás. Su único deseo era poder disponer de una pequeña bomba para extraer del suelo las aguas de drenaje salinas, pero en ese entonces era prácticamente imposible conseguir un artefacto semejante debido a las sanciones impuestas al Iraq por las Naciones Unidas. También recuerdo la preocupación de un hidrólogo israelí, que estimaba que su país iba directamente al desastre, a no ser que se tomasen medidas para proteger el lago Kinneret y el acuífero de la Montaña.
Otro hecho pasmoso es, por supuesto, el número de conflictos que la escasez de agua ha provocado en esta región desde los tiempos bíblicos. Los especialistas vaticinan que esta parte del mundo va ser la primera, en toda la historia de la humanidad, en verse privada de agua. En efecto, la situación ha empeorado manifiestamente en los últimos años debido al considerable aumento de la población, el desarrollo económico, la contaminación y la salinidad de algunos grandes cursos de agua como el Éufrates. Los expertos en recursos hídricos de la región son perfectamente conscientes de la gravedad de esos fenómenos, pero les resulta muy difícil hacerse escuchar en las esferas políticas.
¿Por qué hacen oídos sordos los dirigentes políticos?
No se puede decir realmente que permanezcan sordos a todo llamamiento, pero ocurre que, desde hace varios años, se ha desvanecido en toda la región, por desgracia, la esperanza de avanzar hacia una solución de las situaciones conflictivas existentes, o de poder solventarlas. Los dirigentes actuales pueden encontrar en la historia argumentos que justifican el recelo con respecto a sus adversarios. Es muy difícil salir de la compleja y embrollada situación política actual. Hasta la fecha no ha sido posible establecer sistemas de gestión concertados de los recursos hídricos como se ha hecho en Europa, el delta del Mekong o la cuenca del Indo. En Oriente Medio no hay una fórmula única para conseguir acuerdos negociados de este tipo. No se pueden aplicar los mismos esquemas para el conflicto entre Israel y Siria por la cuenca del Golán, o para las discrepancias entre Iraq, Siria y Turquía acerca del uso de las aguas de los ríos Éufrates y Tigris.
¿Es posible encontrar soluciones a los conflictos por el agua sin llegar a un acuerdo político más global?
Los conflictos relacionados con los recursos hídricos son tan antiguos, vastos y complicados que es imposible disociarlos del contexto político. Eso no significa que sea imprescindible llegar a un acuerdo de paz global en la región para abordar el problema del agua. No hay nada que nos impida ir preparando soluciones, con vistas a ponerlas en práctica cuando las condiciones sean propicias. Por ser el agua un recurso vital, la búsqueda de una solución de los problemas debería anteponerse a las realidades políticas a corto plazo.
Hasta ahora no ha sido así. Además, sabemos que, incluso cuando se ha identificado claramente un peligro como el cambio climático, la adopción de medidas políticas no es forzosamente inmediata.
En el caso del cambio climático todavía estamos en la etapa de la prospectiva, mientras que la escasez de agua en el Oriente Medio es ya una realidad palpable. En algunas comarcas de Iraq, la situación de los recursos hídricos es una auténtica pesadilla. En un informe publicado en 2005 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se señalaba que el 80% de las familias iraquíes asentadas en las zonas rurales utilizan agua insalubre. No hacer nada es como tirar piedras a nuestro propio tejado. Nos estamos jugando nada menos que la supervivencia de las generaciones venideras.
¿Por qué ha escrito usted este libro?
En mi calidad de mediador, no acostumbro a tomar partido ni a emitir opiniones personales. Sin embargo, la situación en Oriente Medio ha llegado a empantanarse de tal manera que me ha parecido necesario señalar que todavía es posible albergar esperanzas. Mi libro no es uno más de los que se han escrito sobre los conflictos relacionados con el agua en el Oriente Medio, ya que su propósito es encontrar vías para salir del actual callejón sin salida. No trata en modo alguno de acusar a tal o cual país, sino que pretende demostrar que hay soluciones posibles. Obviamente, a algunos podrá parecerles muy fácil que un observador externo como yo preconice soluciones, cuando no tiene que sufrir las consecuencias de las decisiones que puedan adoptarse.
Me acuerdo de una larga reunión que tuve con un ministro de un país de esta región. Mostrándome una serie de fotos a guisa de prueba, acusaba a un país vecino de contaminar el curso de un río. En un momento dado le pregunté si estaba seguro de que el causante de la contaminación no era su propio país. No tenía datos concretos para respaldar sus quejas. Para evitar toda idea preconcebida, es preciso disponer de información precisa que permita evaluar una situación y observar su evolución, e incluso poder instalar un observatorio de los recursos hídricos en el lugar adecuado. Sin embargo, en los países de la región la información relativa al agua es hoy en día materia reservada. No existe una tradición de transparencia. Por eso, es útil recurrir a expertos externos neutrales que puedan garantizar la objetividad los datos acopiados.
Presentación del libro "Water and peace for the people"