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Date :  2007-07-31
langue :  Espagnol
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Cáncer: una pandemia evitable

Pandemia de cáncer

Source :  André Cicolella


El cáncer se convirtió en 2005 en la segunda causa de muerte a nivel mundial con 7,6 millones de muertos, detrás de las enfermedades cardiovasculares (17,5 millones). La pandemia avanza del mismo modo en el Norte y en el Sur, donde ya sobrevienen más de la mitad de los casos. En el Norte, sobre todo se dan casos de cáncer de pulmón, de colon, los cánceres con receptores hormonales (de mama, del endometrio, de ovarios, de próstata, de testículo). En el Sur, los principales cánceres están vinculados a unos agentes biológicos, como los virus (cáncer del cuello uterino, de hígado, de nasofaringe), las bacterias (cáncer de estómago) o los parásitos (cáncer de vejiga). Entre 1980 y 2002, el número de casos a nivel mundial ha pasado de 6,3 millones a 11 millones. El cáncer afecta a uno de cada dos hombres y a una de cada tres mujeres en Francia y en los EE.UU. La evolución es, sin embargo, heterogénea: en los países desarrollados, el índice aumenta, pero la mortalidad en índices normalizados se reduce gracias a una mejora en la detección y en los tratamientos.


Envejecimiento y detección, dos explicaciones ampliamente insuficientes

El envejecimiento suele esgrimirse como la principal explicación del cáncer. Ahora bien, en Francia, por ejemplo, la progresión del índice de incidencia ha sido del 63% entre 1980 y 2000, pero el cambio demográfico solamente explica un aumento del 28%, por lo que el 35% restante se debe, por tanto, a los cambios en el medio ambiente. Un exhaustivo estudio realizado en Europa refleja entre el año 1970 y 2000 una progresión de la incidencia del cáncer infantil (+1%/año) y adolescente (+1,5%/año). Como principio general, una aumentación de este tipo no puede deberse al envejecimiento. Contrariamente a la idea preconcebida, el cáncer no es una enfermedad asociada a la gente mayor, sino a la adulta, puesto que entre todas las causas (incluyendo las accidentales) que provocaron muertes en 2003 en Francia, el cáncer fue la primera para la mujer de entre 32 y 79 años, y para el hombre de entre 43 y 83 años. También cabe destacar el desarrollo de la detección del cáncer. No obstante, aunque en EE.UU., por ejemplo, se registró el nivel máximo de cáncer de próstata cuando se descubrió el test de detección PSA en los años 80, poco después la curva volvió a presentar su habitual tendencia al aumento. Además, esta explicación no sirve para todos los cánceres, puesto que no existe la detección precoz para la mayoría de ellos.


Una enfermedad causada por el medio ambiente

Se ha comprobado que los migrantes adoptan en una o dos generaciones el perfil de cáncer del país de acogida. Puesto que la herencia genética no cambia en una o dos generaciones, el medio ambiente es entonces el causante en el sentido amplio del termino. Un estudio realizado a partir de tres registros de gemelos procedentes de países nórdicos muestra que dos de cada tres cánceres tienen un origen medioambiental. Las desigualdades geográficas presentan un nivel muy elevado con respecto a todos los tipos de cánceres, con unas proporciones de 1 a 8 entre zonas extremas para el cáncer de mama o de próstata. Las desigualdades sociales también influyen en esta enfermedad. De esta manera, en Francia, la muerte por cáncer entre los hombres de 45 a 64 años es 3,2 veces superior en los obreros/empleados que en los altos ejecutivos/profesiones liberales. Durante casi tres décadas, se ha alegado al informe de Doll y Peto para proporcionar una estimación cuantificada sobre el peso de los factores cancerígenos haciendo hincapié casi únicamente en el modo de vida (alimentación, tabaco, alcohol) y minimizando el medioambiente físico-químico. Las bases de este análisis resultan muy engañosas hoy en día; de hecho, querer dar una evaluación cuantitativa resulta ilusorio. En cambio, podemos retener los factores dominantes y actuar sobre ellos, ya estén ligados al modo de vida o al medioambiente físico-químico, puesto que ambos están interrelacionados.


Una pandemia ampliamente evitable

«Dentro de veinte años habremos vencido al cáncer», declaraba el presidente Nixon en 1971. La realidad, sin embargo, es totalmente diferente. Es urgente cambiar de estrategia: la victoria no puede conseguirse a partir de la investigación terapéutica, la cual progresa muy lentamente; sino que es necesario llevar a cabo una acción sobre los factores de riesgo para obtener importantes resultados positivos. Así, el éxito en la lucha contra el tabaquismo y el alcoholismo en los países desarrollados conllevaría una reducción del cáncer de pulmón o de los cánceres de las vías aerodigestivas superiores para el hombre. El cáncer de estómago retrocede ahí donde la nevera ha cambiado la manera de conservar los alimentos al substituir lo salado y ahumado por el frío (-2%/año en Francia).
Finalmente, debe considerarse seriamente la contaminación química generalizada. De hecho, el volumen de producción ha pasado de 1 millón de toneladas en 1930 a 400 millones de toneladas en la actualidad, que se corresponden con 100.000 sustancias que también han pasado a comercializarse y de las cuales solamente se ha evaluado un 3%. Algunas de ellas, aunque presentan un carácter cancerígeno, afectan a casi la totalidad de la población, ya que se encuentran en los productos domésticos y en los cosméticos (ftalatos, parabenos…). El reglamento europeo REACH, al obligar a la industria química a evaluar las sustancias químicas más empleadas, permitirá conocer los riesgos y cabe esperar que eliminará las sustancias cancerígenas de nuestro entorno.
Los cánceres vinculados a la contaminación urbana pueden reducirse si se lleva a cabo una acción en favor del transporte colectivo y de las vías peatonales. La contaminación del entorno interior debe tenerse en cuenta seriamente, puesto que es una fuente de exposición a cancerígenos comprobados (formaldehído). El desarrollo de la agricultura biológica, la cual según un informe reciente de la FAO podría alimentar a toda la humanidad, permitirá reducir el empleo de pesticidas y la contaminación que estos provocan en los recursos hídricos. Por su parte, los cánceres de origen biológico pueden reducirse mediante una política de vacunación, higiene y educación.
Así pues, ya sabemos lo que debemos hacer, pero resultaría ingenuo creer que esto puede conseguirse sin la movilización de los ciudadanos y de las ONG, así como de los organismos internacionales y de los gobiernos. De hecho, la industria del tabaco traslada su esfuerzo publicitario al Sur, y la del amianto, sustancia actualmente prohibida en la mayoría de los países desarrollados, avanza en esos mismos países. El reglamento REACH solamente se aplica en Europa, pero debería ser adoptado en todo el mundo. El transporte de desechos del Norte al Sur se lleva a cabo sin ninguna precaución, como lo ha mostrado el caso de la Costa de Marfil. Ha llegado el momento de que todos los países estén dotados de sistemas públicos de salud y de seguro médico. Esta es una condición sine qua non para desarrollar una política de sanidad coherente. Los proyectos de privatización solamente ensanchan las desigualdades sanitarias. Ha llegado el momento de que la Organización Mundial de la Salud prevalezca sobre la Organización Mundial del Comercio, si la humanidad quiere acabar con la pandemia mundial de cáncer.




Bibliografía:

Cicolella A., Le défi des épidémies modernes, Ed La Découverte, 2007.

Sasco A., Cancer, environnement et populations à l'heure de la mondialisation, en Oncologie 9, n°3, Springer, mayo 2007.


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