El programa Erasmus, que recibe su nombre del filósofo, teólogo y humanista Erasmo de Rotterdam, nació en 1987, cuando participaron en el mismo 3.244 estudiantes. Desde entonces no ha dejado de crecer: en 2005, los jóvenes europeos que estudiaron en otro país fueron 144.032. Las becas Erasmus permiten estudiar un año académico o parte del mismo en una universidad de otro Estado miembro o de alguno de los países participantes en el programa (Noruega, Liechtenstein, Islandia y Turquía). Los destinos más solicitados durante el curso 2005-2006 fueron España, que recibió a 26.629 estudiantes, Francia, con 21.424, Alemania (17.886) y Reino Unido (16.365).
Vivir la diversidad europea
A lo largo de estas dos décadas de Erasmus han participado en el programa más de millón y medio de estudiantes. Uno de ellos fue el ahora eurodiputado italiano de la Izquierda Unitaria Europea Giusto Catania, que estudió en Ámsterdam en 1995. Dice recordar la experiencia "con entusiasmo" y afirma que durante ese año aprendió "que el intercambio cultural es fundamental: hay que mezclar la cultura e identidad europea".
El británico de Los Verdes Alyn Smith, que estudió en Heidelberg (Alemania) a principios de los 90, destaca la misma idea. "Lo más importante que aprendí fue el valor de formar parte de la Unión Europea", afirma, aunque puntualiza que "obviamente" acudió a clases y mejoró su conocimiento de la lengua alemana. En su opinión, el aspecto más lúdico del programa también es parte esencial del mismo. "Una característica fundamental de Erasmus es la combinación de estudio y diversión, y hay que velar por que siga siendo así", opina.
Para Saïd El Khadraoui, europarlamentario socialista belga que fue estudiante Erasmus en París en 1995, la experiencia fue "enriquecedora". "Se gana mucho en apertura de mente: al encontrarte con gente diferente se aprende a relativizar y se comprenden mejor las diferencias", asegura.
¿La puerta a un trabajo mejor?
Además, los eurodiputados que participaron en el programa coinciden al considerar que éste supone una ayuda a la hora de buscar trabajo. El Khadraoui explica que "las empresas no buscan sólo un título, sino también una personalidad concreta, y haber sido estudiante Erasmus demuestra capacidad de adaptación, además del conocimiento de otro idioma".
Por su parte, Smith no duda que "profesionalmente ha sido tremendamente útil haber pasado ese período de tiempo fuera de casa; estoy seguro de que no sería eurodiputado si no hubiera pasado por la experiencia Erasmus".
La barrera financiera
La dotación económica de las becas Erasmus es, sin embargo, aún muy baja: alrededor de 150 euros al mes, una ayuda muy inferior al coste real de estudiar en el extranjero. Esto implica que algunos estudiantes resulten excluidos por motivos económicos, como apunta un estudio sobre el entorno socioeconómico de los participantes en el programa, que afirma que la mitad de los universitarios europeos perciben las dificultades económicas como un obstáculo para participar en el programa . El estudio también destaca que un gran porcentaje de los padres de los participantes se sitúan en un nivel económico superior a la media en sus respectivos países.
Para Catania, la cuantía económica de las becas es "absolutamente inadecuada". A su juicio, "urge aumentar la ayuda, o estaremos realizando una selección automática por motivos económicos". El Khadraoui propone que se estudien instrumentos como la concesión de préstamos sin intereses reembolsables cuando el estudiante comience a trabajar.
Más información :
- Estudio sobre el entorno socioeconómico de los estudiantes Erasmus (en inglés)
- Página web sobre el programa Erasmus
- Más información sobre Erasmus