Sesenta por ciento de los servicios que proporcionan los ecosistemas para permitir la vida en la Tierra se están degradando o usando de manera no sostenible, según revela un estudio sin precedentes presentado a nivel mundial. El estudio, titulado Evaluación de los Ecosistemas del Milenio – Informe de síntesis* y realizado por 1.300 expertos de 95 países, advierte que las consecuencias perniciosas de esa degradación pueden empeorar significativamente en los próximos 50 años. “Sólo si entendemos el medio ambiente y su funcionamiento podemos tomar las decisiones necesarias para protegerlo. Sólo valorando todos nuestros preciosos recursos naturales y humanos podemos esperar construir un futuro sostenible”, dice Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas, en un mensaje** con motivo del lanzamiento de la Evaluación. “La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio representa una contribución sin precedentes a nuestra misión de alcanzar el desarrollo, la sostenibilidad y la paz en todo el mundo.”
Por su parte, el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura, declaró: “Garantizar el futuro de nuestro medio ambiente es un desafío urgente que nos concierne a todos, sea cual sea nuestro ámbito de trabajo: la educación, la ciencia, la cultura o la comunicación. Debemos movilizarnos a nivel nacional e internacional para asegurarnos de que las conclusiones del informe se tengan en cuenta de manera que los daños que amenazan nuestro medio ambiente natural sean lo menores posible”.
En París, presentarán el estudio el Director Ejecutivo del Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU), Thomas Rosswall, y por Salvatore Arico, de la División de Ciencias Ecológicas y de la Tierra de la UNESCO, miembro del consejo que ha realizado el estudio.
Aunque todavía no se cuenta todavía con pruebas irrefutables, los expertos están en condiciones de afirmar que la degradación que se está produciendo en 15 de los 24 servicios provistos por los ecosistemas (por ejemplo el agua dulce, la pesca, y la regulación del aire, el agua y el clima de las regiones, los desastres naturales y de las pestes ) analizados en el estudio, encierra el riesgo de generar cambios abruptos que tendrían repercusiones negativas en el bienestar humano. Ejemplos de ello serían la aparición de nuevas enfermedades, los cambios súbitos en la calidad del agua, la aparición de “zonas muertas” a lo largo de las costas, el colapso de las pesquerías, y los cambios en los climas regionales.
El Informe de síntesis de la Evaluación del Milenio llega a cuatro conclusiones principales:
.En los últimos 50 años, los seres humanos han cambiado los ecosistemas de manera más rápida y extensa que en cualquier otro periodo de la historia. Ello se hizo en gran medida para satisfacer las crecientes demandas de alimentos, agua, madera, fibras y combustible. Desde 1945 hasta hoy se ha destinado a la agricultura una cantidad mayor de nuevas tierras que en los siglos XVIII y XIX juntos. Más de la mitad de todos los fertilizantes sintéticos a base de nitrógeno (que se fabrican desde 1913) han sido utilizados entre 1985 y la actualidad. Según los expertos, ello ha causado una pérdida significativa de la diversidad de la vida en el planeta, en gran parte irreversible, y a que entre 10 y 30 por ciento de los mamíferos, las aves y los anfibios estén ahora en peligro de extinción.
.Los cambios en los ecosistemas han permitido hacer progresos muy importantes para el bienestar humano y el desarrollo económico, pero ello ha implicado un costo cada vez más alto en términos de degradación de otros servicios naturales. Sólo cuatro de los servicios que proporcionan los ecosistemas han experimentado mejoras en los últimos 50 años: mayor producción de granos, de carne y de pescado gracias a la acuicultura, y el secuestro de carbono, que favorece la regulación del clima a nivel mundial, ha sido mayor. Dos de los servicios –la pesca de captura y el agua dulce– se sitúan en cambio en niveles muy inferiores a la demanda actual, y mucho menos a la demanda futura. Los expertos afirman que estos problemas harán disminuir significativamente los beneficios que serían esperables para las generaciones futuras.
.La degradación de los servicios de los ecosistemas podría aumentar significativamente durante la primera mitad de este siglo y ser un obstáculo para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio adoptados por la ONU. En los cuatro futuros verosímiles analizados por los científicos se prevén progresos en cuanto a la eliminación del hambre, pero se darán a un ritmo mucho más lento del que sería necesario para reducir a la mitad el número de personas que sufren hambre para 2015, como prevén los citados Objetivos. Los expertos advierten por otra parte que ciertos cambios en los ecosistemas, como la deforestación, influyen en el número de agentes patógenos tales como los de la malaria y el cólera, y aumentan también el riesgo de aparición de nuevas enfermedades. La malaria, por ejemplo, es causante de 11% del gasto en salud en África, por lo que si se la hubiera eliminado hace 35 años, el Producto Interno Bruto del continente sería hoy unos 100.000 millones de dólares mayor.
.El desafío de recuperar los ecosistemas y al mismo tiempo satisfacer una mayor demanda de sus servicios puede tener respuesta favorable en algunos de los escenarios estudiados, pero ello implicaría cambios importantes en las políticas y
las instituciones. Además, esos cambios tendrían que ser de gran envergadura, y en la actualidad todavía no están en marcha. El informe menciona las opciones que existen para conservar o mejorar los servicios de los ecosistemas y reducir al mismo tiempo los efectos perversos o aumentar los efectos positivos sobre otros servicios. La protección de los bosques naturales, por ejemplo, no sólo ayuda a conservar las especies silvestres de flora y fauna, sino también a asegurar el suministro de agua y a reducir las emisiones de carbono.
“La conclusión primordial de esta evaluación es que las sociedades humanas tienen capacidad para reducir las presiones negativas sobre los servicios naturales y, al mismo tiempo, continuar utilizándolos para aumentar el nivel de vida de todos”, dice el Consejo de Dirección del Informe, en una declaración titulada Estamos gastando más de lo que tenemos - Capital natural y bienestar humano. “Para lograrlo, sin embargo, se requieren cambios radicales en la manera en que se trata a la naturaleza en todos los niveles de la toma de decisiones, y nuevas formas de cooperación entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil. Las señales de alarma están ahí a la vista de todos. El futuro está en nuestras manos.”
El Informe de síntesis también concluye que en el mundo son los más pobres quienes más sufren las consecuencias de los cambios en los ecosistemas. Las regiones con problemas más serios de degradación de sus ecosistemas – el África subsahariana, Asia Central, algunas regiones de América Latina, y partes de Asia sudoriental y meridional – son las que también encuentran más dificultades para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio aprobados en las Naciones Unidas. En el África subsahariana, por ejemplo, se calcula que el número de personas pobres pasará de 315 millones en 1999 a 404 millones en 2015.
“Ninguno de los avances logrados para conseguir objetivos como erradicar la pobreza y el hambre, mejorar la salud y proteger el medio ambiente será sostenible si la mayoría de los servicios de los ecosistemas de los que depende la humanidad continúan degradándose”, concluye el estudio, que afirma que la degradación actual de los servicios de los ecosistemas es un obstáculo para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que los líderes del mundo adoptaron en las Naciones Unidas en 2000.
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* El Informe de síntesis de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio es el primero de una serie de siete informes de síntesis y resúmenes y cuatro volúmenes técnicos que evalúan el estado de los ecosistemas del mundo y su repercusión sobre el bienestar humano. Este informe se publica junto con una declaración del Consejo Directivo de la Evaluación titulado “Estamos gastando más de lo que tenemos - Capital natural y bienestar humano”.
La Evaluación llevó cuatro años de trabajo y se la diseñó como una acción conjunta entre organismos de la ONU, organizaciones científicas internacionales y organismos de desarrollo, con contribuciones del sector privado y de grupos de la sociedad civil. Los recursos provienen en su mayor parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, la Fundación de las Naciones Unidas, la Fundación David y Lucile Packard, y el Banco Mundial. El Programa de las Naciones para el Medio Ambiente (PNUMA) coordina la Secretaría de la Evaluación.
Los gobiernos consideran a la Evaluación como un mecanismo que satisface en parte las necesidades de evaluación de cuatro convenios internacionales sobre el medio ambiente: el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención de Ramsar sobre los Humedales, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, y la Convención sobre Especies Migratorias. El trabajo ha sido respaldado por 22 de las instituciones científicas más importantes del mundo, como The Royal Society en el Reino Unido y la Academia de Ciencias del Tercer Mundo.
El trabajo de la Evaluación es supervisado por un Consejo Directivo de 45 miembros copresidido por el Dr. Robert Watson, Científico Principal del Banco Mundial, y el Dr. A. H. Zakri, Director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de las Naciones Unidas. El Panel de Evaluación, que supervisa el trabajo técnico, incluye a 13 científicos de renombre en el campo de las ciencias sociales y naturales, y está co-presidido por Angela Cropper, de la Fundación Cropper, y el Dr. Harold Mooney, de la Universidad de Stanford. El Director de la Evaluación es el Dr. Walter Reid.