El Grupo designado hace un año por el Secretario General de las Naciones Unidas con el fin de elaborar propuestas para el fortalecimiento de la seguridad internacional, presentará oficialmente sus recomendaciones el próximo 2 de diciembre. En ellas, se insta a la adopción de reglas básicas de largo alcance para ayudar al mundo a afrontar las nuevas amenazas en evolución del siglo XXI y para fortalecer a las Naciones Unidas.
En las palabras del presidente del Grupo, el ex Primer Ministro de Tailandia, Anand Panyarachun, el informe de 95 páginas titulado Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos "presenta una nueva visión de la seguridad colectiva, la cual abarca las principales amenazas a la paz y seguridad internacionales en el mundo". El Grupo compuesto por 16 ex jefes de Estado, Ministros de Relaciones Exteriores, y oficiales de seguridad, militares, diplomáticos y de desarrollo, reafirmó el derecho de los Estados a defenderse, incluyendo las medidas precautorias cuando un ataque sea inminente. El informe también menciona que en el caso de "escenarios de pesadilla", por ejemplo una combinación de terroristas y armas de destrucción en masa, el Consejo de Seguridad debería actuar de manera más proactiva, adoptando medidas resueltas y con mayor antelación.
Los cambios recomendados por el Grupo abarcan algunos de las cuestiones de ámbito mundial más controvertidas, tales como el uso justificado de la fuerza, y algunas de las más complejas, incluidos los esfuerzos para combatir la pobreza y las enfermedades. El informe sostiene que en el mundo actual, en la era del comercio mundial, el terrorismo y las armas de destrucción en masa, la amenaza contra una persona o nación es una amenaza contra todos, y que las naciones deben trabajar de consuno para mantener su seguridad. Si bien el Grupo subraya la necesidad de una seguridad colectiva, también señala que los Estados soberanos "continúan siendo la primera línea de defensa ante las amenazas actuales", a pesar de que muchos de ellos necesitan crear una mejor capacidad "para ejercer sus obligaciones soberanas".
Hace un año, al establecer el Grupo, el Secretario General advirtió que las Naciones Unidas habían llegado a una encrucijada en el camino: podían ponerse a la altura de las circunstancias y conjurar las nuevas amenazas, o correr el riesgo de ir desapareciendo en vista de la discordia cada vez mayor entre los Estados y su actuación unilateral. El Sr. Annan considerará las recomendaciones del Grupo en el informe que presentará en marzo. Éste ayudará a fijar el programa de una cumbre especial de las Naciones Unidas que reunirá a los líderes mundiales en septiembre del año próximo.
El uso de la fuerza
El informe, reafirma el derecho a la legítima defensa y advierte que los "escenarios de pesadilla" podrían requerir que el Consejo de Seguridad adopte medidas resueltas y proactivas. Además, respalda la idea de que la comunidad internacional tiene la responsabilidad colectiva de proteger a la población civil del genocidio, la limpieza étnica y otras atrocidades similares. Esta responsabilidad, indica el informe, recae primordialmente en los Estados soberanos, pero cuando éstos no puedan o no deseen proteger a su población civil, entonces la comunidad internacional debe intervenir, actuando de manera preventiva a ser posible, respondiendo a la violencia de ser necesario y trabajando para reconstruir las sociedades destruidas después de lo acaecido. El principal objetivo debe ser detener la violencia mediante la práctica de la diplomacia y proteger a las personas mediante acciones como el envío de misiones humanitarias, de derechos humanos o de policía. "La fuerza, de ser necesaria, debe ser empleada sólo como último recurso", y bajo la autorización del Consejo de Seguridad.
El Grupo propone cinco criterios que deben guiar al Consejo cuando éste deba decidir si autoriza el uso de la fuerza: la seriedad de la amenaza, el uso adecuado de la fuerza, la fuerza como último recurso, la proporcionalidad de la acción y el balance de las consecuencias (por ejemplo, cuando la acción militar puede conducir a un daño mayor o menor que la inacción).
Consolidación de la paz
El informe también aborda los problemas que surgen durante un conflicto violento y después de él, incluyendo las capacidades necesarias para la imposición de la paz, el mantenimiento de la paz, la consolidación de la paz y la protección de los civiles. El informe señala que la oferta total en el mundo de personal disponible para el mantenimiento de la paz es peligrosamente baja y hace un llamamiento a los países para apoyar los despliegues militares. El informe señala que los Estados desarrollados en particular, deben esforzarse más para tener en sus ejércitos contingentes aptos para ser desplegados en operaciones de paz y para facilitar los recursos financieros y logísticos necesarios para la movilización de dichos contingentes en el momento y lugar en que sean requeridos. El Grupo también insta a la creación de un nuevo órgano de las Naciones Unidas, denominado Comisión para la Consolidación de la Paz, que identificaría a los países en riesgo de un conflicto violento, organizaría los esfuerzos de prevención e impulsaría y mantendría las iniciativas de la comunidad internacional para la consolidación de la paz tras los conflictos.
Prevención
El informe contiene diversas propuestas para prevenir los conflictos y otras amenazas mundiales, situando al desarrollo como primera línea de defensa. El desarrollo, afirma, "cumple múltiples propósitos. Contribuye a combatir la pobreza, las enfermedades y la degradación ambiental que causan la muerte de millones y amenazan la seguridad humana. Ofrece una ayuda vital a los Estados para reducir el deterioro de sus capacidades y es un elemento clave para hacer frente a casi cualquier tipo de amenaza. También es parte de una estrategia a largo plazo para prevenir las guerras civiles y para actuar en relación a los entornos en los que proliferan tanto el terrorismo como la delincuencia organizada".
El Grupo hace una crítica a la "terriblemente tardía y vergonzosamente mal financiada" reacción mundial ante el VIH/SIDA. En el informe se recomienda una importante iniciativa destinada a crear capacidad en materia de salud pública en todo el mundo, así como la vigilancia epidemiológica y la reacción oportuna. La iniciativa se plantea como un mecanismo de defensa ante las epidemias, tanto de origen natural como las ocasionadas por los terroristas que utilicen armas biológicas. También apunta a "la brecha entre la promesa hecha por el Protocolo de Kyoto y sus resultados", e insta a que se lleven a cabo nuevas negociaciones para la elaboración de una estrategia a largo plazo con el fin de reducir el calentamiento de la Tierra más allá del año 2012, fecha en que prescribirán las obligaciones fijadas en el protocolo.
El informe también enuncia recomendaciones detalladas para el fortalecimiento del régimen de no-proliferación nuclear, y plantea medidas adicionales para prevenir la propagación de las armas biológicas y químicas. Define los elementos principales de una estrategia global contra el terrorismo, que deberá estar encabezada por el Secretario General. El Grupo logró el consenso sobre una definición clara de terrorismo. La carencia de tal definición, afirma el Grupo, ha impedido a las Naciones Unidas "ejercer su autoridad moral y enviar un mensaje claro de que el terrorismo nunca es una táctica aceptable".
Reforma de la ONU
El Grupo consideró que las Naciones Unidas "han sido mucho más efectivas en hacer frente a las amenazas más importantes a la paz y la seguridad de lo que se reconoce; sin embargo, se requieren cambios significativos" para que sean "efectivas, eficientes y equitativas al proporcionar seguridad colectiva para todos" en el siglo XXI. Entre los cambios más significativos recomendados por el informe, se encuentra la ampliación del Consejo de Seguridad de 15 a 24 miembros. El Grupo sugiere dos modelos: uno con seis nuevos miembros permanentes sin derecho a veto y otro con nuevos puestos por períodos renovables de cuatro años y distribuidos de manera regional.
Además, el informe recomienda cambios en la Asamblea General, el Consejo Económico y Social y la Comisión de Derechos Humanos, así como en la relación de las Naciones Unidas con las organizaciones regionales. Asimismo, propone reforzar la función crítica que cabe al Secretario General en cuanto a la paz y la seguridad. El Secretario General, para actuar con mayor eficacia, debería tener mayor flexibilidad para administrar la Secretaría y al mismo tiempo se exigiría que rindiera cuenta de esa administración. También se recomienda la creación de un segundo puesto de Vicesecretario General que se centraría en la paz y la seguridad, y que prepararía informes de advertencia y opciones de estrategia tempranos para que el Secretario General adoptara sus decisiones, complementando así los logros del puesto de Vicesecretario actual, creado en 1996, el cual ha logrado "una mayor coherencia del trabajo de la ONU en las áreas social, económica y de desarrollo".
El informe contiene 101 recomendaciones en total. Además del presidente, los miembros que constituyen el Grupo de Alto Nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio son: Robert Badinter (Francia), Gro Harlem Brundtland (Noruega), Mary Chinery-Hesse (Ghana), Gareth Evans (Australia), David Hannay (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte), Enrique Iglesias (Uruguay), Amre Moussa (Egipto), Satish Nambiar (India), Sadako Ogata (Japón), Yevgeny M. Primakov (Federación de Rusia), Qian Qichen (China), Nafis Sadiq (Pakistán), Salim Ahmed Salim (República Unida de Tanzanía), Brent Scowcroft (Estados Unidos de América) y Joao Baena Soares (Brasil). El profesor Stephen Stedman de la Universidad de Stanford guío la investigación y compiló el informe.
A partir del 2 de diciembre encontrará información en Internet en: www.un.org/spanish/secureworld