GINEBRA - La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) informó hoy que el desempleo mundial registró una nueva alza y afecta ya a 185,9 millones de personas, con lo cual se mantuvo en niveles históricos pese a los signos de recuperación económica registrados tras dos años de de recesión.
Sin embargo la OIT también entrega un pronóstico prudentemente optimista en el marco de su informe sobre Tendencias mundiales del empleo, 2004 (1), al sugerir que una recuperación económica más acentuada en la segunda mitad de 2003 moderó el deterioro del empleo y, de continuar, podría provocar mejores resultados durante este año.
Juan Somavia, Director General de la OIT, consideró que «todavía es demasiado pronto para decir que lo peor ha pasado. Pero si las estimaciones sobre el crecimiento global y la demanda nacional se mantienen en sus niveles actuales o aumentan el año que viene, la situación del empleo mundial podría experimentar alguna mejoría en 2004».
«Nuestra principal preocupación es que si la recuperación tambalea y las esperanzas de obtener más y mejores empleos se ven postergadas, muchos países no podrán reducir la pobreza a la mitad para 2015 para cumplir con los Objetivos de desarrollo del milenio (ODM). No obstante, podemos invertir esta tendencia y reducir la pobreza si los diseñadores de políticas sitúan al trabajo decente en el centro de las estrategias macroeconómicas y sociales», añadió Somavia.
En el informe de este año, la OIT ofrece las siguientes informaciones:
• El número de personas sin trabajo o en busca de trabajo en 2003 se elevó a 185,9 millones, aproximadamente un 6,2 por ciento de la fuerza laboral total, la cifra más alta de desempleo registrada hasta ahora por la OIT. No obstante, este aumento fue mínimo con respecto a la cifra de 2002, que la OIT situó en 185,4 millones (2).
• De los desempleados del mundo cerca de 108,1 millones eran hombres, 600.000 más que en el año 2002. Entre las mujeres se produjo un ligero descenso, pasando de 77,9 millones en 2002 a 77,8 millones en 2003.
• Los más perjudicados fueron los cerca de 88,2 millones de jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, que enfrentaron una abultada tasa de desempleo del 14,4 por ciento.
• Aunque la llamada «economía informal», compuesta por personas sin empleo fijo, continuó aumentando en los países que registraban tasas bajas de crecimiento del PIB, el número de «trabajadores pobres», es decir, personas que viven con el equivalente de un dólar de los Estados Unidos por día o menos, se mantuvo estable en 2003, estimándose en 550 millones.
Panorama regional
En el informe de la OIT se explica que el aumento del desempleo y el subempleo durante la primera mitad de 2003 se debió al lento repunte en la economía del mundo industrializado, a la repercusión del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) en el empleo en Asia y a los efectos de los conflictos armados, estos últimos afectando principalmente al empleo del sector del turismo y los viajes. Al superarse el SRAS y consolidarse el crecimiento del PIB en la segunda mitad de 2003, en cierta medida el crecimiento del empleo también se recuperó. En cuanto al crecimiento económico global en 2004 el informe de la OIT es prudentemente optimista y estima que la creciente demanda en el mundo industrializado, el aumento del comercio y un crecimiento paralelo en la demanda nacional podrían mejorar la situación del empleo.
En el informe de la OIT se puede leer: «Las tasas de crecimiento previstas en América Latina y el Caribe, Oriente Medio y Africa del Norte y las economías en proceso de transición (superiores al 4 por ciento), en todas las subregiones de Asia (7,1 por ciento en Asia Oriental, 4,5 por ciento en Asia Sudoriental y 5,8 por ciento en Asia Meridional) y en Africa Subsahariana (justo por encima de 5 por ciento) deberían ser lo suficientemente altas como para permitir a estas regiones crear nuevas posibilidades de empleo».
Las regiones industrializadas registraron una recuperación, especialmente en la segunda mitad de 2003, con respecto a la recesión económica vivida los dos años anteriores. El crecimiento del PIB en los Estados Unidos se vio empañado por la escasa creación de empleo y por unas tasas de desempleo que se mantuvieron en niveles altos rondando el 6 por ciento. La Unión Europea (UE), por su parte, obtuvo resultados positivos en los mercados laborales de algunos países, a pesar de una baja tasa del crecimiento del PIB del 1,5 por ciento. Japón parece haberse recuperado de su larga crisis, aunque quizás tarde un tiempo en alcanzar los bajos niveles de desempleo que registró a principios del decenio de 1990 y que se situaron por debajo del 3 por ciento. En el informe se señala que las economías industrializadas previsiblemente verán descender sus tasas de desempleo si el crecimiento del PIB en los Estados Unidos impulsa la creación empleo, y si el empleo, en proporción a la población en edad de trabajar, continúa aumentando en Europa.
América Latina y el Caribe fueron los más afectados por la recesión económica mundial de 2001 en términos de crecimiento de la producción y de pérdidas de empleo, pero experimentaron cierta recuperación del crecimiento en 2003 (1,6 por ciento, tras un descenso del -0,1 por ciento en 2002). Hasta la fecha, la recuperación del empleo ha sido muy lenta. La tasa de desempleo regional descendió en un punto porcentual, descenso que puede atribuirse a la recuperación de Argentina y a la disminución del crecimiento de la fuerza laboral.
A pesar de unas sólidas tasas de crecimiento del PIB de más del 7 por ciento, Asia Oriental registró un aumento del desempleo. En Asia Sudoriental, el desempleo descendió de forma pronunciada en 2003, mientras que las tasas de participación de la fuerza laboral aumentaron. En Asia Meridional, las tasas de desempleo permanecieron estables a pesar de un crecimiento del 5,1 por ciento del PIB. En consecuencia, Asia Meridional no sólo no registró un descenso del número de trabajadores pobres, sino que además registró un aumento del empleo informal. Asia Oriental experimentará un ligero aumento del desempleo como resultado del alto número de personas que se incorporará a los mercados laborales (más de 6 millones por año hasta 2015). Asia Sudoriental tiene potencial, no sólo para reducir el desempleo sino también para reducir la pobreza de los trabajadores, si las economías con mayores índices de pobreza logran aumentos del empleo y el PIB similares a los registrados en los últimos años por las economías más ricas de la región.
Oriente Medio y Africa del Norte también experimentaron un aumento del desempleo, alcanzando una tasa de desempleo del 12,2 por ciento, lo que representa la incidencia de desempleo más alta del mundo. Este aumento es resultado de un importante proceso de reestructuración del empleo en el sector público y de las altas tasas de crecimiento de la fuerza laboral. Otra causa del aumento del desempleo en los países emisores es el esfuerzo de una serie de economías del Golfo por reemplazar trabajadores extranjeros por mano de obra nacional. Las perspectivas para Oriente Medio y Africa del Norte siguen sin despejarse, como ya se preveía en el informe de la OIT de 2003. La dependencia de los precios del petróleo, las altas tasas de crecimiento de la fuerza laboral que algunas economías son incapaces de absorber, los déficit de calidad de las instituciones públicas y la alta incidencia de la pobreza en algunas economías representan una amenaza para la mejora real de los mercados laborales.
Africa Subsahariana experimentó una ligera reducción de su tasa de desempleo pero no lo suficiente como para reducir el elevado número de pobres que trabajan. Además, la repercusión del VIH/SIDA en los mercados laborales y la continua «fuga de cerebros» privan a la región de capital humano, haciendo poco probable que puedan alcanzar el OMD. En Africa Subsahariana la gran cantidad de de trabajadores pobres, agravada por la pandemia del VIH/SIDA, es el principal obstáculo al crecimiento y el desarrollo.
Tras años de aumentos del desempleo debidos a los cambios económicos, las economías en transición finalmente han podido revertir esa tendencia y hacer que el desempleo descendiera en 2003. Se espera que la situación del mercado laboral en estas economías mejore como consecuencia de las inversiones extranjeras que han conseguido atraer. La fuerte demanda nacional, el crecimiento del comercio y la solución a los problemas asociados con el proceso de transición son signos esperanzadores. Una vez más, el VIH/SIDA plantea una amenaza creciente para el desarrollo de algunas economías de la región.
Bases para un desarrollo futuro
La economía mundial experimentó un crecimiento del PIB, pero no se produjo un crecimiento general del empleo en 2003, una tendencia que debe cambiar si se quiere alcanzar el OMD de reducir la pobreza del mundo a la mitad para 2015.
En el informe se señala: «El reto general es absorber a los 514 millones de personas que se incorporan por primera vez a los mercados laborales del mundo y reducir el número de trabajadores pobres para 2015. En qué medida el crecimiento del PIB se traducirá en crecimiento de empleo en el año 2004 y posteriores, dependerá de los esfuerzos de las instancias normativas por dar prioridad e importancia a las políticas de empleo y situarlas en igualdad de condiciones con las políticas macroeconómicas».
Además, la OIT apremiaba a los diseñadores de políticas a abordar los siguientes retos:
La adopción de políticas en favor de los pobres. La pobreza, junto con el creciente desempleo y subempleo, impide que aumente el empleo. Por falta de educación, salud y a menudo de capacidad de control, los pobres no pueden utilizar su propio potencial para sacar a sus familias de la pobreza. Las políticas en favor de los pobres deberían ofrecer esta posibilidad mediante un trabajo decente, lo que significa crear oportunidades de empleo para que los hombres y las mujeres puedan obtener trabajo productivo y remunerado en condiciones de libertad, seguridad y dignidad humana.
De continuar el aumento del desempleo, el crecimiento futuro estará amenazado. Ningún país puede mantener tasas crecientes de desempleo durante mucho tiempo, ya que una demanda cada vez menor limitará en un momento dado el crecimiento económico. Además, unas tasas de desempleo constantemente altas suponen desperdiciar capital humano. La creación de trabajo decente implica no sólo reducir la pobreza sino también sentar las bases previas esenciales para el crecimiento futuro.
La reducción de las tasas de desempleo de los jóvenes y el recurso a su gran potencial con objeto de evitar que haya un número ingente de jóvenes frustrados, ignorantes o desempleados, lo que podría tener efectos devastadores en las perspectivas de desarrollo a largo plazo.
El aumento de la asistencia internacional destinada a mejorar el acceso a los mercados de los países desarrollados y reducir la deuda externa y el servicio de la deuda, liberando así recursos para los programas de reforma destinados a mejorar la gobernanza, crear empleo y reducir la pobreza, sin los que se impediría a la mayoría del mundo en desarrollo participar en la creciente demanda mundial.
(1) Global Employment Trends, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra 2004, ISBN 92-2-115107-7, disponible en-linéa en www.ilo.org/public/english/employment/strat/global.htm
(2) En el informe Tendencias mundiales del empleo, 2003, se avanzó la cifra de 180 millones de desempleados a finales de 2002, cifra que luego se revisó para reflejar informaciones más recientes.